La Fórmula 1 Ancla su Futuro en Texas con un Acuerdo Hasta 2034
Mientras los motores rugían en el Circuito de las Américas (COTA), una maniobra estratégica silenciosa, pero monumental, se concretaba detrás de escena. La extensión del contrato del Gran Premio de Estados Unidos hasta 2034, anunciada horas antes de la carrera dominical, no es solo una renovación más en el calendario. Surge una pregunta incisiva: ¿Qué revela este acuerdo sobre la verdadera batalla por el dominio del mercado estadounidense?
Desde su inauguración en 2012, este trazado en Austin se erigió como el bastión solitario de la categoría reina en Estados Unidos durante casi una década. Las cifras oficiales, citadas por los directivos, hablan de más de 400,000 espectadores en los últimos dos años, una muchedumbre proveniente de los 50 estados y 60 naciones. Pero, ¿estas cifras de asistencia justifican por sí solas una apuesta tan a largo plazo?
La investigación periodística profundiza más allá del comunicado de prensa. Bobby Epstein, presidente del circuito, afirmó sentirse “agradecido con los fanáticos”. Sin embargo, el verdadero pilar de esta asociación podría estar en los pasillos del poder de Texas. Un acuerdo único con el estado permite a los organizadores solicitar anualmente fondos públicos para cubrir la multimillonaria tarifa de licencia que exige la F1. Documentos oficiales consultados confirman que, desde 2012, el erario texano ha destinado más de 300 millones de dólares a este evento.
Este sustento financiero plantea un escepticismo saludable: ¿Se trata de una inversión pública justificada o un subsidio encubierto a un espectáculo privado? La F1 defiende la operación alegando un impacto económico de aproximadamente 7,000 millones de dólares para la región. No obstante, la narrativa oficial omite un detalle crucial: la expansión implacable de la serie en el país. COTA ya no está solo; Miami y Las Vegas se han unido a la fiesta, con el acuerdo de Miami extendido hasta 2041.
Las declaraciones de Stefano Domenicali, CEO de la Fórmula 1, enaltecen el papel de COTA en “establecer la sólida base” en EE. UU. Pero, ¿es esta renovación un reconocimiento a su legado o una jugada calculada para mantener un equilibrio de poder frente a sus nuevas y glamurosas competidoras? El testimonio de Domenicali agradeciendo el liderazgo del gobernador Greg Abbott sugiere que los hilos políticos y económicos están inextricablemente unidos.
La revelación final llega al conectar los puntos de un rompecabezas más amplio. Este contrato se firmó apenas tres días después de que la F1 anunciara un lucrativo acuerdo de cinco años con Apple para sus transmisiones. El mensaje subyacente es claro: la estrategia norteamericana de la F1 es un plan meticuloso y a múltiples frentes. Lejos de ser una simple celebración, la permanencia de Austin hasta 2034 es la piedra angular de un imperio comercial que la F1 está decidida a construir, donde las pistas compiten no solo por el podio, sino por la supremacía dentro de la propia expansión de la empresa.