La amargura de una eliminación temprana en los Cuartos de Final del Apertura 2025 aún se percibe en los vestuarios del Club América. No es solo una derrota más; es el fin abrupto de un ciclo de dominio. Como quien ha vivido varias de estas caídas a lo largo de una carrera, entiendo perfectamente el mensaje que Álvaro Fidalgo compartió. Su declaración no es la reacción visceral de un novato, sino la reflexión ponderada de un líder que ha saboreado la gloria del tricampeonato y ahora debe digerir el fracaso.
El volante español, un pilar en el medio campo de las Águilas desde su llegada en 2021 con Santiago Solari, utilizó sus redes sociales para algo más que un agradecimiento protocolario. Externó un sentir que va al meollo del deporte profesional: la aceptación de la responsabilidad. “Asumirlo es más complicado”, dijo refiriéndose a las expectativas creadas. Esa frase resume una lección crucial que solo se aprende con los años: el éxito pasado no es un escudo contra el presente; a veces, es un lastre que añade presión.
En mi experiencia, he visto cómo un vestuario puede fracturarse tras un revés así, pero también cómo puede unirse. Fidalgo apunta a lo segundo al destacar el compromiso diario de sus compañeros y el cuerpo técnico. Es un reconocimiento táctico a la ética de trabajo, un recordatorio interno de que los cimientos siguen sólidos. Su certeza de que “volverán los campeonatos” no es un eslogan vacío; es la confianza que nace de haber construido, junto a esa misma gente, una era ganadora.
Sin embargo, la parte más reveladora de su mensaje, y la que denota verdadera madurez deportiva, es la personal: “me tocará trabajar, recuperar y hacer autocrítica”. He aprendido que los grandes jugadores no externalizan siempre la culpa. Hacen un examen introspectivo honesto. La estadística de este torneo—18 encuentros, un solo gol—habla por sí sola para un mediocampista de sus características. Reconocerlo internamente es el primer paso obligatorio para la remontada.
Finalmente, su cierre, dirigido a la afición del “club más grande de México”, es un movimiento maestro. En este oficio, se gana con los pies pero también se lidera con la palabra. Un mensaje así calma aguas, proyecta unidad y, sobre todo, tiende un puente de fe hacia la próxima temporada. La historia del fútbol enseña que de estas derrotas bien analizadas suelen nacer los equipos más hambrientos y peligrosos. El América, con jugadores como Fidalgo que entienden este proceso, ya ha comenzado su reconstrucción más importante: la mental.


















