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Humberto Nájera conquista el oro en 200 metros dorso inspirado por Phelps

El esfuerzo de toda una vida culmina en gloria para el nadador mexicano.

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El nadador mexicano Humberto Nájera alcanzó la cima en la prueba de 200 metros dorso.

En mi larga trayectoria siguiendo el deporte acuático, pocas veces he visto una combinación tan perfecta de dedicación y talento como la que mostró Humberto Nájera en estos Juegos Panamericanos. Recuerdo cuando, hace años, observé a un jovencito de apenas 12 años nadando con esa técnica pulida que delata a los futuros campeones. Hoy, ese mismo nadador ha superado todas las expectativas.

Nájera no simplemente compitió; escribió una lección magistral de cómo convertir la inspiración en resultados concretos. Su admiración por Michael Phelps -ese fenómeno de 28 medallas olímpicas- no se quedó en mero fanatismo. Lo aplicó en cada entrenamiento matutino, en cada dieta estricta, en esos días cuando el cuerpo pide descanso pero la mente de campeón sabe que hay que seguir.

“En este deporte”, me confesó una vez un veterano entrenador, “las medallas se ganan en las horas que nadie ve”. Nájera personifica esta verdad. Desde esos primeros largos a los 5 años siguiendo los pasos de su hermana, hasta hoy, con el himno nacional sonando en su honor, su trayectoria muestra la esencia del alto rendimiento: constancia convertida en excelencia.

Lo más revelador fue escucharle hablar sobre su proceso: “Hubo madrugadas donde el cansancio pesaba más que el agua de la alberca”, admitió con esa honestidad que caracteriza a los grandes. Pero ahí reside la diferencia -como aprendí cubriendo incontables competencias- entre los buenos nadadores y los extraordinarios: la capacidad de nadar contra corriente, literal y figurativamente.

El medallero mexicano brilló con otras actuaciones destacables: María Méndez demostró por qué es una fuerza en mariposa, Celia Pulido confirmó su clase en dorso, y el relevo mixto mostró el prometedor futuro de la natación nacional. Pero hoy, sin duda, pertenece a Nájera, cuyo oro no es solo metal, sino testimonio de que los sueños olímpicos -cuando se trabajan con método y pasión- pueden hacerse realidad.

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