La ausencia de Checo Pérez frustra el récord en el Gran Premio

La ausencia de Checo Pérez frustra el récord en el Gran Premio

Foto: El Universal.

En un espectáculo sin precedentes de autofelicitación, el Gran Premio de México celebró su décimo aniversario con la pompa y circunstancia propias de un estado que prioriza el circo sobre el pan. No obstante, el ausentismo del héroe local, Sergio Pérez, dejó al descubierto la frágil mitología en la que se sustenta este evento, impidiendo que la organización batiera el récord de asistencia que con tanto ahínco perseguía.

Como es tradición en este ritual moderno, el Autódromo Hermanos Rodríguez se vistió de fiesta y jolgorio. Una orgía de música, gastronomía y cultura envolvió el recinto, sirviendo como anestesia colectiva para distraer de la cruda realidad: sin su gladiador nacional, la multitud no alcanzó la masa crítica necesaria para inscribir su nombre en los sagrados anales del espectáculo.

La tiranía de los números

Las cifras oficiales del certamen, reveladas con la solemnidad de un parte de guerra, arrojaron un total de 401 mil 326 espectadores durante el fin de semana. Una muchedumbre que, a pesar de su magnitud, palidece ante los 404 mil 958 devotos congregados el año anterior. El domingo, 153 mil 867 almas presenciaron la carrera principal, una cifra que, en el altar del récord, fue sacrificada como ofrenda insuficiente.

A lo largo del triduo de actividades, legiones de aficionados desfilaron con iconografía del “Checo” Pérez, venerando sus distintas encarnaciones en este Gran Circo. Los más visionarios, o acaso desesperados, lucieron ya la indumentaria no oficial de Cadillac, aferrándose a la promesa mesiánica del regreso del piloto tapatío a la máxima categoría en la próxima temporada.

El lamento de la plebe

Ana Karen, una fiel creyente que peregrinó hasta el circuito de la Magdalena Mixhuca, confesó al oráculo de EL UNIVERSAL Deportes que había adquirido sus boletos con el único propósito de rendir culto a “Checo” Pérez. Su ausencia, tanto en la parrilla de salida como en el corazón de las gradas, se tradujo en la decepción colectiva de un público que aprendió, una vez más, que en el reino del espectáculo, incluso la lealtad tiene un límite.

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