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La batalla judicial de Jordan contra NASCAR por los charters

Revelan correos explosivos en batalla legal que sacude los cimientos de la competición automovilística estadounidense.

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CHARLOTTE, Carolina del Norte — Detrás del rugir de los motores y el espectáculo de las carreras de NASCAR se libra una batalla legal que podría redefinir el futuro de la competición automovilística más importante de Estados Unidos. Dos escuderías, incluyendo una propiedad de la leyenda del baloncesto Michael Jordan, se enfrentan a la organización en una demanda antimonopolio que ha destapado una guerra interna llena de improperios y revelaciones explosivas.

¿Por qué la NASCAR se resiste a conceder el estatus de charter a estos equipos? ¿Qué se esconde detrás del sistema de franquicias que garantiza participación y mayores ingresos? Estas son las preguntas que persiguen los investigadores tras examinar documentos judiciales y comunicaciones internas filtradas durante el proceso.

El Tribunal Federal para el Distrito Oeste de Carolina del Norte se convirtió en el escenario de un enfrentamiento legal sin precedentes. 23XI Racing, propiedad de Jordan y del tricampeón de las 500 Millas de Daytona Denny Hamlin, junto con Front Row Motorsports del empresario Bob Jenkins, argumentaron ante el juez Kenneth Bell por qué merecen una medida cautelar que les otorgue el preciado estatus de charter mientras se resuelve su demanda por prácticas monopolísticas.

Nuestras investigaciones revelan que el conflicto se intensificó tras la divulgación de correos electrónicos y mensajes de texto cargados de lenguaje confrontacional por parte de Jordan y otras figuras clave. Estos documentos, examinados por nuestro equipo, pintan un panorama de negociaciones deterioradas y tensiones crecientes que se extienden por más de dos años.

El sistema de charters, equivalente a una franquicia deportiva, asegura a los equipos un lugar garantizado en cada carrera de la Copa NASCAR y una porción significativamente mayor de los pagos por derechos de transmisión y premios. Sin este estatus, los equipos compiten como “abiertos”, enfrentando incertidumbre financiera y deportiva cada semana.

Tras prolongadas y tensas negociaciones, la NASCAR presentó en septiembre su oferta final de extensión de certificados. Trece organizaciones aceptaron los términos, pero 23XI y Front Row rechazaron el acuerdo, iniciando así una batalla legal que ha expuesto las grietas en el modelo de negocio de la categoría.

Los equipos inicialmente obtuvieron una orden judicial preliminar que les reconocía como poseedores de charter para esta temporada, pero esta decisión fue revocada, obligándoles a competir sin las garantías económicas y deportivas del sistema. Ahora, la NASCAR busca que devuelvan los fondos recibidos durante el período en que compitieron con estatus de charter.

La audiencia crucial está programada para el 1 de diciembre, fecha que podría marcar un punto de inflexión no solo para estos equipos, sino para toda la estructura competitiva y económica de NASCAR. Lo que comenzó como una disputa contractual se ha transformado en un examen minucioso de las prácticas comerciales de una de las competiciones deportivas más populares de Norteamérica.

Las revelaciones contenidas en los documentos judiciales sugieren que esta batalla va más allá de dos equipos específicos y cuestiona fundamentalmente cómo NASCAR gestiona el acceso y la participación en su serie principal. El desenlace de este caso podría establecer precedentes significativos para las relaciones entre ligas deportivas y equipos participantes en todo el mundo.

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