El 2026 se perfila como un año crucial para la Selección Mexicana Femenil. Desde mi perspectiva, tras años observando el desarrollo del balompié femenino, este no es solo un ciclo más. Es el momento de forjar una identidad competitiva indestructible y sentar las bases reales para el anhelado camino a la Copa del Mundo 2027 en Brasil. La teoría dice que hay que prepararse; la práctica, que viví como jugador y ahora veo desde la dirección técnica, exige construir sobre cimientos concretos.
Bajo el mando de Pedro López, el combinado tricolor buscará explotar cada minuto de la eliminatoria de Concacaf. He aprendido que en estas instancias no solo se juegan partidos, se juegan mentalidades. El fútbol mexicano femenil ha crecido, sí, pero el verdadero salto de calidad se mide en estos escenarios de presión máxima, donde la solidez técnica debe ir de la mano con la fortaleza mental.
La Liga MX Femenil: Más que un torneo, una escuela de alto rendimiento
Pedro López tiene razón en su análisis. En mis tiempos, el mayor desafío era la falta de competencia constante. Hoy, la Liga MX Femenil es la gran academia. No se trata solo de minutos en cancha; se trata de que las futbolistas se enfrenten semanalmente a encuentros definitivos, con estadios llenos y la repercusión mediática que conlleva. Esa exposición es un entrenamiento invaluable para la presión de un mundial. Una anécdota que siempre cuento: una jugadora me dijo que un penal en la final de liga le quitó el sueño, pero también la preparó para afrontar uno en un clasificatorio. Esa es la lección: la élite se construye en la cotidianidad de un campeonato exigente.
“El 2026 será un año determinante. Sin duda, el formato competitivo de la liga, con su fase final de alta tensión, es un acelerador de crecimiento. Las atletas ya se desenvuelven en un contexto de exigencia y con consecuencias reales por sus actos, una réplica perfecta de lo que vivirán en el camino al mundial”, señaló el estratega ibérico. Esta visión va más allá del discurso; es la confirmación de que el desarrollo estructurado a nivel club es insustituible.
La mezcla perfecta: Talento local y experiencia internacional
López, quien enfatiza que el gran objetivo colectivo es clasificar al Mundial, también valoró algo que, por experiencia, sé que es un diferencial: contar con jugadoras que han probado otros niveles fuera de México. Figuras como Rebeca Bernal y Jacqueline Ovalle, con su paso por ligas como la de Estados Unidos, no solo aportan calidad. Traen una ambición y una cultura profesional distinta al vestuario.
“Siempre es enriquecedor tener en un plantel a futbolistas que han experimentado realidades de máximo nivel. Aplaudo esa valentía de dar el salto al extranjero; estoy convencido de que transmitirán esa hambre de triunfo y esa profesionalidad al grupo para alcanzar nuestras metas”, concluyó el director técnico. Este punto es clave. He visto cómo la llegada de una jugadora con experiencia foránea puede elevar los estándares de entrenamiento, la exigencia en los detalles y la mentalidad ganadora de todo un equipo. No es solo lo que hacen con el balón, es lo que aportan sin él.
El camino está trazado. La receta combina la solidez de una liga nacional en evolución con la savia nueva de la experiencia internacional. La complejidad reside en fusionar ambos mundos en una sola identidad potente y ganadora. El 2026 será el examen de fuego para comprobar si las lecciones aprendidas en casa y fuera se traducen en resultados donde más importa: en el terreno de juego de la eliminatoria.


















