El Último Sagrario de la Gloria Nacional
En el coliseo moderno del Estadio Olímpico Universitario, dos titanes de la mitología futbolística nacional se aprestan para el combate final. No se disputa un simple pase a semifinales, sino el derecho a seguir alimentando por otra semana más las ilusiones de millones de súbditos cuya felicidad semanal depende del arbitrio de veintidós mercenarios bien pagados.
Por un lado, “La Máquina Celeste”, ese mecanismo perfectamente aceitado que funciona… cuando le place. Su ventaja es tan sólida como el historial de promesas incumplidas de sus directivos: un 0-0 obtenido en la guarida del rival, que en el argot futbolero se traduce como “el derecho sagrado a no intentar nada y pasar por antigüedad”. Su ritual previo incluyó la visita de la Sangre Azul, un grupo de chamanes urbanos que, mediante cánticos y danzas, intentan exorcizar el fantasma de los fracasos pasados que acecha en cada partido decisivo.
El Dilema del Estratega Iluminado
En la esquina opuesta, las Chivas, esa institución que carga con el peso metafísico de “ser del pueblo” mientras sus jugadores cobran salarios principescos. Su comandante, el argentino Gabriel Milito, se enfrenta a su bautizo de fuego en las liguillas mexicanas, ese torneo donde la lógica futbolística often se sacrifica en el altar del drama innecesario. El estratega debe demostrar que su filosofía táctical puede sobrevivir al caos primitivo del futbol nacional.
El Mapa del Tesoro Final
El afortunado vencedor de esta justa épica obtendrá el privilegio de convertirse en el próximo sacrificio ante los dioses del futbol: Tigres, Toluca y Monterrey aguardan como sibaritas en un banquete, observando con delectación cómo sus futuros oponentes se desgastan en esta batalla preliminar. El sistema de competencia, diseñado por mentes brillantes que consideraron que demasiada justicia deportiva era aburrida, garantiza que el camino a la gloria esté pavimentado de absurdos calculados y ventajas injustas.
Así, entre rituales de animación, estadísticas que se interpretan como augurios y tácticas que spesso se reducen a “rezar por un error del rival”, se desarrolla el gran circo del balompié mexicano, donde cada semana reinventamos el significado de “pasión” para justificar nuestro masoquismo colectivo.













