La odisea kafkiana de Dilrosun en el América

La odisea kafkiana de Dilrosun en el América

En el grandioso y siempre predecible teatro del fútbol mexicano, se representa una nueva tragicomedia burocrática cuyo protagonista, el caballero errante Javairo Dilrosun, ha alcanzado la cima del absurdo institucional. Su hazaña: viajar al Mundial de Clubes para terminar, cual Ulises moderno, relegado a los confines olímpicos de la Sub-21.

El estratega supremo, André Jardine, en un acto de clarividencia futbolística, ha dictaminado que el neerlandés forma parte de ese selecto grupo de seres invisibles cuyo talento escapa a la percepción humana común. Así, su continuidad en el América se sostiene con la firmeza de un castillo de naipes en un huracán.

La directiva, ese consejo de sabios iluminados, concibió un plan maestro: enviarlo como refuerzo al LAFC para el Mundial de Clubes. La misión: seducir a los norteamericanos con su arte. El resultado: el cuadro angelino, tras sumar un punto y una exhibición de mediocridad colectiva, lo devolvió como quien rechaza un regalo envenenado. Ni el aire contaminado de Los Ángeles quiso quedarse con él.

La esperanza era un farolillo que se apagó más rápido que el entusiasmo de un aficionado en un empate a cero. El nivel del ex del Feyenoord no impresionó a los yanquis, quienes, demostrando una elocuente falta de criterio, prefirieron fichar a Heung-Min Son, un talismán coreano recién desembarcado del Tottenham. ¡La audacia!

Tras esa aventura transcontinental, el extremo regresó al nido azulcrema solo para descubrir que su lugar en el plantel había sido borrado con la eficacia de un edicto de la Santa Inquisición. El estratega brasileño, en su infinita sabiduría, ya lo había relegado al limbo de los no contados.

El colmo de esta farsa: el jugador europeo ya no milita en el primer equipo, sino que ha sido inscrito con la Sub-21. Un descenso metafórico tan glorioso que rivaliza con las caídas de los héroes griegos. Esta decisión no significa, nos aseguran, que se quedará en el club. La directiva prosigue su búsqueda quijotesca de encontrarle un nuevo equipo, una tarea tan épica como encontrar un sentido de coherencia en el mercado de pases.

El reloj corre y el mercado de transferencias, ese bazar de ilusiones y despropósitos, está a punto de cerrar. Mientras, Dilrosun aguarda en el purgatorio de las fuerzas básicas, un monumento viviente a la planificación estratégica y a la brillantez gerencial que tanto caracteriza a nuestro amado balompié.