El ocaso de un gigante: una investigación sobre la caída
En los anales del fútbol mexicano, la estadística es fría y despiadada: en la era de los torneos cortos, el Club Deportivo Guadalajara apenas ha levantado dos cetros. Una cosecha magra que contrasta con su glorioso pasado. ¿Cómo una institución que durante décadas definió la hegemonía en la Liga MX llegó a este punto? La respuesta, descubrimos, no es un simple declive, sino una historia con un protagonista recurrente y un hilo conductor perturbador.
El hombre que cambió la historia: una firma argentina
La narrativa oficial señala 2014 como el año del quiebre. Pero detrás de esa fecha hay un nombre: Antonio “El Turco” Mohamed. Mientras el Rebaño Sagrado luchaba por mantenerse en la cima, un estratega argentino al mando del archirrival, el Club América, tejía su momento definitivo. Testimonios de la época recuerdan la final del Apertura 2014 no solo como un partido, sino como un acto simbólico. Con un contundente 3-1 global ante los Tigres de la UANL, Mohamed no solo le entregó la estrella número 12 a las Águilas; le arrebató a Chivas un título intangible pero invaluable: el de club más laureado de México. La pregunta que surge es inevitable: ¿fue solo una victoria deportiva, o el inicio de un patrón?
Conectando los puntos: un patrón que se repite
La investigación revela que la influencia de Mohamed en la crisis de títulos de Guadalajara es más profunda y duradera de lo que parece. Once años después de aquel golpe histórico, los documentos de la competición muestran un nuevo capítulo. El pasado domingo, en el vibrante Estadio Nemesio Díez, el Toluca se coronó en los penaltis. Al conseguir su duodécimo campeonato, los Diablos Rojos empataron en el palmarés al propio Guadalajara, desplazándolo al tercer lugar histórico. Y, en una coincidencia que trasciende el azar, ¿quién dirigía al equipo escarlata en ese momento culminante? La misma firma: Antonio Mohamed.
La revelación: más que un rival, un catalizador del cambio
Al profundizar en los registros, descubrimos que este último título no es un hecho aislado en la trayectoria del técnico. Representa su quinto cetro en México y, significativamente, su primer bicampeonato. Cada una de estas conquistas, en equipos distintos, ha coincidido con un momento de estancamiento o retroceso en la búsqueda de gloria del Rebaño. La conclusión de nuestro análisis es clara: Mohamed se ha convertido, quizá de manera involuntaria, en el catalizador que ha acelerado y visibilizado la crisis de campeonatos de Chivas. Su éxito constante en otras instituciones funciona como un espejo que refleja la sequía en el club rojiblanco. No es el “verdugo” directo, sino la prueba viviente de que la grandeza en el fútbol mexicano sigue existiendo, solo que ya no reside en Guadalajara. La verdad oculta es que la sombra de su legado se alarga cada vez que otro club, bajo su mando, escribe una nueva línea de gloria que Chivas no puede igualar.
