La tenista desconocida que humilló a una top 5 en Roland Garros

En un giro digno de un cuento de hadas escrito por Franz Kafka, Loïs Boisson, una virtual desconocida clasificada como la 361ª mejor jugadora del mundo (sí, leyeron bien: ¡trescientos sesenta y uno!), decidió que las leyes de la física tenística no aplicaban para ella. La joven francesa, quien hasta ayer repartía raquetas como recogepelotas, no solo se coló en el cuadro principal gracias a una invitación caritativa, sino que además tuvo el descaro de derrotar a Jessica Pegula, tercera del ranking mundial y heredera de una fortuna mayor que el PIB de Andorra.

El Philippe Chatrier, ese templo donde normalmente solo los dioses del tenis tienen derecho a pisotear la arcilla, fue testigo de cómo una plebeya del deporte ejecutó el equivalente tenístico a David contra Goliat, pero con más estilo y menos honda. Tras perder el primer set, Boisson decidió que las estadísticas eran para cobardes y se dedicó a devolver golpes como si Pegula le hubiera pisado su baguette recién comprada.

El momento cumbre llegó cuando, ante un golpe fallido de Pegula que hubiera avergonzado a un jugador de ping pong amateur, Boisson selló su victoria con un derechazo que dejó a la estadounidense preguntándose si no debería dedicarse al golf como el resto de su familia millonaria. El rugido de la francesa fue tan épico que hasta la Torre Eiffel se estremeció, mientras el público —normalmente más snob que un crítico de vinos— coreaba su nombre como si fuera la nueva María Antonieta (esperemos que con mejor final).

La ironía suprema: esta misma jugadora fue noticia hace semanas porque su oponente británica tuvo el morbo de pedirle que usara desodorante. Hoy, esa misma Boisson perfuma el ambiente con el aroma dulce de la humildad derrotando a la arrogancia del ranking. Mientras tanto, Amélie Mauresmo, directora del torneo y blanco de críticas por su manejo sexista de los horarios, miraba desde las gradas con una sonrisa que decía “esto no estaba en el guión”.

En otras notcias del día: Novak Djokovic ganó su partido número 100 en Roland Garros (ya perdió la cuenta de sus trofeos), Coco Gauff aplastó a su rival como si fuera un debate presidencial, y una rusa le regaló su pulsera a otra rusa en lo que podría ser el intercambio más pacífico entre ambas nacionalidades en décadas.

Mientras Boisson se prepara para su próximo desafío contra Andreeva, solo queda una pregunta: ¿descubrió esta chica algún secreto místico en los vestuarios, o simplemente el tenis femenino necesita urgentemente un curso de cómo no subestimar a rivales con ranking de tenista de mesa?

Mañana más emociones en este circo de raquetas donde, como en la política francesa, todo puede cambiar en un instante. Alcaraz, Swiatek y compañía intentarán robarle el protagonismo a nuestra nueva heroína accidental. Apostamos a que no lo lograrán.