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La verdadera dimensión del Clásico Nacional según un histórico

Un histórico del club revela la verdadera dimensión de la rivalidad y la presión única que conlleva este duelo.

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La previa de un Clásico Nacional es un animal distinto a cualquier otro partido. He vivido esta rivalidad desde adentro, con la camiseta del América pegada al cuerpo, y les puedo asegurar que la sensación en la semana es única. No es solo otro encuentro, es una carga emocional que pesa desde el lunes. Por eso, cuando un referente como Daniel Brailovsky opina, se escucha con atención, porque sus palabras, aunque a veces polémicas, nacen de la experiencia en el campo de juego.

La realidad de la tabla de posiciones no miente. Las Águilas pelean por la punta, mientras el Rebaño Sagrado navega en aguas complicadas. Eso, en un duelo de esta magnitud, se convierte en un arma de doble filo. Recuerdo partidos donde el favoritismo nos ahogó más de lo que nos ayudó. Quien llega con la obligación de ganar a cuestas, a veces juega con más libertad, porque el mundo ya espera su derrota. Es una dinámica psicológica fascinante.

Las declaraciones de Brailovsky para TUDN son el pan de cada día antes del clásico, pero su contundencia siempre genera eco. Al afirmar que las distancias entre ambos conjuntos son “enormes, el cielo y la tierra”, no hace más que vocalizar lo que muchos piensan pero pocos dicen con tal crudeza. En mi época, existía un respeto tácito por el rival, pero también una conciencia clara de la jerarquía institucional. Su comentario de que “todos quieren competir con el América” es una verdad incómoda. He visto cómo otros equipos, como Tigres o Cruz Azul, han construido rivalidades fieras, pero ninguna tiene el peso histórico y cultural del auténtico Clásico Nacional. Es como comparar un choque de trenes con una escaramuza; la intensidad es otra.

Lo más valioso de su insight es el punto sobre lo que se siente dentro del vestidor. Él lo sabe. Salir a la cancha sintiendo que es “cualquier partido, pero más el Clásico” es la descripción perfecta. Se intenta mantener la rutina, pero el hormigueo en el estómago, el murmullo del estadio minutos antes del pitido inicial… eso no se simula. Es una energía que te electriza.

La cita está pactada. Este sábado 13 de septiembre, el Estadio Ciudad de los Deportes será el epicentro del fútbol mexicano a las 21:15 horas. Más allá de los comentarios, las estadísticas y las posiciones, el clásico se decide con corazón, entrega y, usualmente, un momento de magia individual que queda grabado en la historia. Que empiece el espectáculo.

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