La lección que solo te da el barro y la piedra caliza
Después de años organizando y participando en carreras de obstáculos por todo el mundo, puedo decirles que lo que vivimos en la Xplor Bravest Race es algo que ningún manual de entrenamiento puede prepararte completamente. El sol caribeño de la mañana no calienta, quema; y ese calor se mezcla con la humedad de la selva creando una atmósfera que pone a prueba hasta al atleta más experimentado. Ver a esos casi tres mil valientes enfrentándose a “El Origen” me trajo recuerdos de mi primera carrera: la teoría se queda en casa cuando tienes que escalar una pared de piedra con las manos embarradas.
La genialidad de este evento, y lo digo con la perspectiva de quien ha visto decenas de carreras, no está solo en los más de cincuenta obstáculos. Está en la narrativa. Marco Antonio Hernández Díaz y su equipo han entendido algo fundamental: los corredores no buscamos solo vencer un cronómetro, buscamos una historia que contar. Convertir la competición en un viaje de cuatro años, inspirado en los puntos cardinales, es un acierto que transforma el sufrimiento físico en una experiencia épica. He aprendido que cuando la mente tiene una narrativa que seguir, el cuerpo encuentra fuerzas donde solo había fatiga.
El parque Xplor no es un simple escenario; es un co-participante. Magali Campos tiene razón cuando destaca las maravillas naturales del lugar. He corrido en pistas artificiales de obstáculos y nada se compara con nadar en esas cavernas milenarias o arrastrarse por el lodo bajo la sombra de la selva. Esa conexión con el entorno transforma el desafío deportivo en algo casi espiritual. La medalla plateada que recibieron al final no es solo un trofeo: es un recordatorio tangible de que superaron uno de los terrenos más demandantes que existen.
El último obstáculo, esa escalada final cuando ya no queda nada en las reservas, es donde se separa la determinación de la simple preparación física. He visto a personas colapsar justo ahí, no por falta de fuerza, sino porque mentalmente ya habían cruzado la meta. La lección más valiosa que me ha dejado esta carrera a lo largo de los años es simple: la resistencia mental se construye obstáculo por obstáculo, no en el gimnasio.
Ahora toca esperar hasta el verano de 2026 para el siguiente capítulo. Si me permiten un consejo de veterano: no se entrenen solo físicamente para “La Transformación”. Entrenen su mente para aceptar el cansancio como compañero de viaje, no como enemigo. Porque al final, como aprendí en mi primera Bravest Race, la única persona a la que realmente vences eres tú mismo.