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Las árbitras que desafían el machismo en el fútbol mexicano
El silbato femenino rompe esquemas en una liga que aún lucha por dejar atrás sus viejos fantasmas.

En el circo multicolor de la Liga MX, donde los machos alfa se disputan un trofeo bañado en sudor y testosterona, un grupo de valientes mujeres ha logrado lo imposible: silbar sin que les corten las manos. ¡Milagro del deporte moderno! Las árbitras, esas criaturas mitológicas que según la sabiduría popular “no entienden de fútbol”, han invadido la sagrada cancha varonil con sus tarjetas rojas y su osadía de creer que pueden impartir justicia entre egos hinchados.
El Clausura 2025 será recordado como aquel torneo en que siete mujeres se atrevieron a pitarle a los “grandes” del balompié mexicano. Katia Itzel García, la politóloga que sabe más de reglamentos que de corruptelas; Karen Díaz, la ingeniera que mide ángulos de fuera de juego mejor que los directivos miden sus desvíos de recursos; y Diana Pérez Borja, la psicóloga que intenta entender la mente de los jugadores que fingen lesiones como método de negociación salarial.
¡Qué ironía! Mientras la FIFA se llena la boca hablando de inclusión, estas mujeres deben demostrar el doble que sus colegas masculinos (quienes, por cierto, pueden errar impunemente sin que nadie cuestione su “naturaleza”). El VAR femenino es revisado bajo microscopio, cada decisión sometida al juicio de cavernícolas digitales que nunca han pisado un campo pero saben “cómo debería ser el fútbol”.
Lo más hilarante: los técnicos, esos genios tácticos cuyos equipos llevan tres años sin pasar de cuartos, ahora deben aceptar órdenes de mujeres. ¡Escándalo en el reino machista! El mismo público que vitorea cuando un delantero simula una falta, se transforma en experto en reglamento cuando una árbitra señala un penal contra su equipo.
Y mientras las estadísticas demuestran que las árbitras cometen menos errores que sus colegas varones (quizá porque no están distraídas midiendo su popularidad en redes), la vieja guardia sigue rezando para que esto sea una moda pasajera. Pero cuidado, señores del establishment: las que llegaron para “dar color” al juego hoy deciden quién avanza y quién se va a casa. El fútbol mexicano, ese reducto de machismo y lugares comunes, tiene nuevas dueñas del silbato. Y lo peor (para algunos): saben usarlo.

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