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Los Mets aplastan a los Rockies en un partido que parece alegoría capitalista
Los Mets demuestran que hasta en el béisbol hay desigualdades dignas de un tratado económico.

Los Mets aplastan a los Rockies en un partido que parece alegoría capitalista
En un espectáculo que habría hecho llorar de emoción a Adam Smith, los Mets de Nueva York demostraron ayer que el “libre mercado” del béisbol funciona exactamente como en la vida real: los ricos se hacen más ricos, y los pobres… bueno, los Rockies de Colorado siguen siendo el equivalente deportivo de un mendigo pidiendo limosna en Wall Street.
Pete Alonso y Jeff McNeil, dos caballeros de la aristocracia beisbolera, conectaron no uno, sino dos jonrones cada uno, porque en este deporte, como en la economía, quien tiene, recibe más. Los Mets, con su abultada cartera de victorias (42-24), aplastaron 13-5 a los Rockies (12-53), un equipo que parece más bien un experimento social para ver cuántas derrotas puede soportar el espíritu humano antes de colapsar.
El dominicano Juan Soto, en un acto de caridad deportiva, alcanzó base seis veces, como si estuviera recolectando puntos para una beca de mérito en la Universidad de la Desigualdad. Mientras, los Rockies, dirigidos por el novato Chase Dollander (2-6), parecían extras de una película sobre la futilidad existencial, concediendo jonrones como si fueran folletos de una ONG.
Alonso, con sus 243 cuadrangulares, ya superó a David Wright en la historia de la franquicia, demostrando que en este juego los récords son solo para quienes pueden pagarlos. McNeil, por su parte, aportó su tercer juego con múltiples jonrones, porque ¿qué sería del béisbol sin una buena dosis de acumulación desmedida?
Los Mets, que completaron una gira de 5-2 y barrieron a Colorado por segunda vez en una semana, ahora lideran cómodamente su división. Los Rockies, en cambio, siguen siendo el ejemplo perfecto de lo que ocurre cuando te dejan fuera del reparto de talento: un equipo que pierde ocho seguidos ante los Mets y cuya temporada parece escrita por Kafka.
Mientras los jugadores dominicanos y venezolanos de los Mets celebraban sus hits como si fueran dividendos bursátiles, los Rockies, con sus bateadores venezolanos Orlando Arcia y Thairo Estrada (combinados: 9-0), parecían más bien empleados de un call center intentando vender un producto que nadie quiere.
En resumen, un partido que dejó una enseñanza clara: en el béisbol, como en la vida, la meritocracia es un cuento, y lo único que importa es estar del lado correcto de la paliza.

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