Miguel Herrera revela el único equipo al que no podría rechazar

Miguel Herrera atravesó hace unos meses uno de los momentos más amargos en su extensa trayectoria como director técnico: no lograr la clasificación a la Copa del Mundo con la selección de Costa Rica. Les confieso que, en este oficio, los fracasos duelen de una manera particular; te marcan y te obligan a una introspección profunda. La expectativa era enorme, y aunque el camino en las eliminatorias de la Concacaf no incluía a las potencias de la zona, el objetivo no se cumplió. Es una lección de humildad que todos, tarde o temprano, aprendemos.

Tras un período necesario de descanso y análisis, el “Piojo” ha vuelto a hablar de un posible retorno a la Liga MX. Una de las primeras verdades que asimilas con los años en el banquillo es que el fútbol siempre ofrece revanchas. La clave está en esperar el proyecto correcto, uno que tenga ambición y una base sólida. No se trata de volver por volver, sino de encontrar un lugar donde tu filosofía y la del club respiren al mismo ritmo.

Con esa premisa clara, Herrera ha sido categórico al señalar al único equipo al que, por cariño y historia, no podría negarse: el Atlante. La conexión con los “Potros de Hierro” no es meramente profesional; es un vínculo emocional forjado en la cancha. Recuerdo vívidamente lo que significa levantar un campeonón, como él hizo en la temporada 92-93 vistiendo esa playera. Esa gloria compartida crea lazos indestructibles. Además, fue en este club donde dio sus primeros pasos como estratega en 2002, acumulando en dos etapas la experiencia de 132 partidos dirigiendo. Eso no se olvida.

“Es al único equipo al que no le diría que no, nunca”, afirmó en una conversación con Claro Sports. Y cuando un hombre con su recorrido dice algo así, hay que creerle. No es una declaración táctica o de mercado; es del corazón. “Ojalá y caiga. La verdad es que lo que deseamos es que regrese el Atlante, que regrese fuerte y que nos vuelva a dar alegrías”.

Desde mi perspectiva, este tipo de declaraciones trascienden el rumor periodístico. Reflejan la esencia de un entrenador que, más allá de los resultados inmediatos, valora la identidad y el legado. El deseo de Herrera no es solo un regreso laboral; es un anhelo personal de reencontrarse con los colores que lo vieron nacer y crecer, tanto como jugador como como técnico. En un fútbol moderno a veces despersonalizado, esa lealtad y claridad de ideas son un verdadero tesoro.

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