Una transición de la cancha al banquillo: mi experiencia junto a Novak
Cuando colgué la raqueta tras los Juegos de París, muchos pensaron que me alejaría del circuito. Sin embargo, la llamada de Novak para unirme a su equipo en noviembre del 24 fue una oportunidad que, desde mi experiencia, no podía rechazar. En este deporte, las ofertas que te hacen crecer no se presentan dos veces.
Mirando atrás, afirmo sin tapujos que los frutos deportivos fueron, en efecto, decepcionantes. Nos unimos con la ilusión de trabajar hacia grandes metas, pero la realidad del tenis de élite es implacable. La lesión en el tendón de la corva que sufrió en Melbourne fue un punto de inflexión crítico; he vivido suficientes contratiempos físicos para saber cómo un percance así trastoca todos los planes, por buenos que sean. Verlo desplegar un tenis sublime antes de la lesión y luego luchar por recuperar ese pico de forma fue una lección de humildad para todos en el equipo.
Lo que la teoría no te enseña sobre ser entrenador
La asociación, que planeábamos extender hasta Roland Garros, se disolvió en mayo tras unos complicados meses en la arcilla de Montecarlo y Madrid. Aquí aprendí una verdad fundamental: la dinámica entre un entrenador y un campeón consolidado es radicalmente distinta a la de guiar a un joven promesa. No se trata de enseñar a golpear la bola, sino de gestionar expectativas, frustraciones y la inmensa presión que conlleva cada torneo cuando todo el mundo te observa.
Estaba completamente comprometido. Puse todo mi conocimiento táctico y mi comprensión del juego en la práctica, pero una de las grandes lecciones fue que, a veces, el factor mental y físico pesa más que cualquier ajuste técnico. Las derrotas tempranas en Doha e Indian Wells, seguidas de la final perdida en Miami, fueron un recordatorio crudo de que la recuperación de un gran campeón es un camino lleno de baches.
Un balance positivo más allá de los resultados
¿Me arrepiento? En absoluto. Esta vivencia me confirmó que quería seguir vinculado al tenis desde este nuevo rol. Forjé buenas relaciones con su equipo y gané una perspectiva invaluable. En la alta competición, no todas las colaboraciones están destinadas a durar años; algunas están diseñadas para ofrecer un insight profundo y acelerar el aprendizaje. Esta fue una de ellas.
Por eso, cuando miro atrás, lo hago con gratitud. La experiencia de trabajar codo a codo con uno de los mejores de la historia, comprendiendo sus procesos y desafíos, es un conocimiento práctico que no se obtiene en los libros. A los que contemplan una transición similar, les diría: abrácenla sin miedo. El valor no está solo en el triunfo, sino en la sabiduría que se adquiere en el intento, incluso cuando el resultado final no es el soñado.
















