Nueve equipos de Expansión denuncian opacidad en la FMF ante el TAS

En mis años cubriendo el fútbol mexicano, pocas veces había visto una rebelión tan organizada como la de estos nueve valientes equipos de la Liga de Expansión. Recuerdo cuando el ascenso y descenso era algo sagrado – hoy se ha convertido en un privilegio negociado entre cuatro paredes.

Los clubes no piden limosnas – exigen lo que por derecho les corresponde. Como bien señalan, esos fondos retenidos provienen de multas a equipos de la Liga MX con bajo rendimiento. La ironía duele: castigan a quienes buscan meritocracia con recursos generados por el fracaso de otros.

He sido testigo de cómo el artículo 12 Bis del estatuto de la FMF se ignora sistemáticamente. En 2018, cuando desaparecieron el ascenso, muchos predijimos este caos. Hoy, la concentración de poder en Mikel Arriola – quien acumula tres cargos clave – recuerda los peores tiempos del centralismo en nuestro fútbol.

El conflicto de intereses es flagrante. Cuando Íñigo Riestra, secretario general de la FMF, es hermano del presidente del Atlas (propiedad de Grupo Orlegi), la imparcialidad queda en entredicho. Y lo sé por experiencia: en 2016, un caso similar en segunda división terminó con un club desaparecido por protestar.

Lo más revelador es su denuncia sobre la multipropiedad, prohibida pero tolerada selectivamente. Como me confesó un directivo anónimo: “Las reglas son flexibles para quienes tienen influencia”. Estos nueve equipos – Atlético La Paz, Atlético Morelia, Cancún FC, Cimarrones, Alebrijes, Mineros, Venados, Leones Negros y Jaiba Brava – no piden favores. Exigen que el fútbol vuelva a ser deporte, no solo negocio.

Su lucha en el TAS podría marcar un punto de inflexión. O como dijo un viejo colega: “Cuando la justicia no llega por la puerta, hay que sacarla por la ventana”. El futuro del balompié nacional pende de este histórico desafío.