Una investigación exhaustiva de los registros oficiales del Apertura 2025 revela una estadística ineludible: el Club Universidad Nacional, los Pumas, encabeza la liga con un total de 39 amonestaciones en apenas 11 jornadas. Pero, ¿estas cifras representan una falla disciplinaria o son el subproducto calculado de una identidad táctica?
Al profundizar, descubrimos que el cuerpo técnico dirigido por Efraín Juárez no es ajeno a las sanciones severas, acumulando cuatro expulsiones, la cifra más alta entre los 18 clubes. Este patrón nos lleva a cuestionar la narrativa establecida. ¿Se trata de simple indisciplina o existe una metodología detrás de esta agresividad en el campo?
Para desentrañar este misterio, es necesario acudir a las fuentes. Santiago Trigos, mediocampista formado en La Cantera, ofrece un testimonio revelador. En una entrevista exclusiva, defendió la postura del equipo: “Así es como vivimos el fútbol, al 100%. No vamos a una dividida al 50% a ver qué pasa; tenemos que ir a muerte por cada balón”. Sus palabras no solo justifican, sino que enaltecen una filosofía de juego que, según él, es un sello indeleble del club.
Trigos profundizó en esta ideología, conectando el entrenamiento con la competición: “Entrenamos a una intensidad y jugamos con la misma. Es algo que no vamos a cambiar”. Este planteamiento sugiere una coherencia interna que contrasta con la percepción externa. ¿Estamos ante un caso donde la estadística penal enmascara una estrategia deliberada?
El volante fue más allá, vinculando esta intensidad con la esencia misma de representar a la Universidad Nacional: “Ser de Pumas implica hacerlo con garra. Seguiremos disputando cada esférico con firmeza, sin pensar en las consecuencias arbitrales”. Esta declaración parece cerrar el círculo de una postura institucional que prioriza la entrega absoluta sobre la cautela.
Frente a las críticas por la supuesta indisciplina del equipo de Juárez, Trigos mostró un estoicismo calculado, catalogándolas como “normales” dada la magnitud de la institución. “Somos un equipo grande. Para bien o para mal, van a hablar de nosotros”, afirmó, indicando una conciencia plena de la narrativa pública y una decisión deliberada de ignorarla en pos de un objetivo mayor: el cierre del torneo.
Sin embargo, la investigación no estaría completa sin escuchar otra perspectiva dentro del vestuario. Nathan Silva, el defensa central brasileño, introdujo un matiz crucial al dirigir la mirada hacia los árbitros. Sin criticarlos abiertamente, Silva expuso una queja sutil pero significativa: “A veces llegamos para platicar y no están abiertos a escuchar”. Esta declaración plantea una pregunta incisiva: ¿Contribuye la cerrazón del arbitraje al problema, negando el diálogo que podría mitigar la escalada de amonestaciones?
Al conectar estos puntos, surge una revelación: la estadística de tarjetas no es un simple indicador de falta de control, sino el síntoma de una identidad futbolística profundamente arraigada. Lejos de ser una debilidad, la intensidad es, para Pumas, un pilar estratégico no negociable, una filosofía que acepta el costo de las amonestaciones como el precio inevitable de una entrega total. La verdad oculta es que lo que el registro oficial marca como indisciplina, dentro del vestuario se celebra como un principio sagrado.