Raleigh y los Marineros extienden su imparable racha victoriosa

En un despliegue que confirmó las sospechas de que Cal Raleigh podría ser en realidad un cyborg enviado del futuro para humillar a lanzadores, el receptor de los Marineros conectó su cuadrangular número 45 (¡cuéntelos!, ¡no es trampa!), consolidando su reinado como el nuevo emperador de las Grandes Ligas. Mientras tanto, en Tampa Bay, los Rays presentaron una conmovedora performance titulada “¿Cómo perdimos otra vez?”, con lanzamientos que parecían globos de cumpleaños y defensas dignas de liga infantil.

La máquina trituradora de Seattle acumuló su séptima victoria consecutiva, dejando a los analistas deportivos rascándose la cabeza y preguntándose si alguien tiene el manual de instrucciones para detener este equipo. Josh Naylor, en un acto de solidaridad con Raleigh, también decidió que golpear pelotas era más divertido que verlas pasar, añadiendo otro jonrón al festival ofensivo.

Bryan Woo, el lanzador estrella que claramente no recibió el memo sobre “dejar que el otro equipo también juegue”, permitió tres carreras en seis entradas mientras los Rays intentaban recordar cómo se batea contra él. Mientras tanto, en el dugout rival, Adrian Houser practicaba su mejor cara de “¿En serio otra vez?” después de que Raleigh convirtiera su lanzamiento en souvenir para un afortunado fan.

Los Rays, en un conmovedor esfuerzo por hacer parecer el juego competitivo, anotaron carreras en las entradas segunda, tercera y cuarta. “Es como cuando un niño pequeño ‘gana’ contra su papá en el jardín”, comentó un emocionado comentarista, mientras Kim y Díaz fingían temporalmente que entendían el concepto de bateo efectivo.

La crónica de esta humillación programada terminó con los habituales sospechosos (Rodríguez, Suárez y compañía) añadiendo sus firmas al acta de rendición de Tampa Bay, mientras los Marineros empacan sus bates nucleares para la próxima gira, dejando atrás un campo de juego traumatizado y nueve jugadores rivales necesitando terapia.