La confianza de un guardameta con la meta clara
Desde mi experiencia en el mundo del fútbol, he aprendido que la confianza de un equipo se construye partido a partido, y lo que vive Chivas hoy me recuerda a esos momentos clave en una temporada donde todo comienza a encajar. Raúl Rangel, con la lucidez que da estar bajo los tres palos, ha puesto el dedo en la renglón: el Rebaño Sagrado no solo llega, llega para pelear el campeonato.
En mis años, he visto cómo un grupo pasa de ser una promesa a una amenaza real. Rangel lo dice con la propiedad de quien vive la evolución desde adentro: “El equipo se ve muy bien, se ve buen funcionamiento, más maduros también los compañeros”. Jóvenes como Sandoval o Richi, que al principio cargaban con la natural torpeza de la inexperiencia, hoy muestran una sobriedad que solo se gana en el campo. Es la clase de crecimiento que no se simula; se gana con sudor y partidos jugados.
La mentalidad del cazador, no de la presa
El análisis de Rangel va más allá de lo evidente. No se trata solo de una racha positiva con seis triunfos en siete juegos; se trata de la mentalidad. Con Gabriel Milito al mando, han forjado una identidad que los hace un rival incómodo, un equipo al que, como bien señala el portero, “nadie va a querer enfrentar” en la Liguilla. He comprobado que en las instancias decisivas, ese respeto se gana no con discursos, sino compitiendo “de tú por tú” contra los grandes, como lo hicieron salvo ante Toluca.
Mirando más allá de la sequía
La victoria ante Pachuca en la Jornada 16 no es solo tres puntos; es el combustible para un objetivo mayor. Rangel lo resume con una contundencia que admira: “Hay que pensar en ser campeones”. Esa es la lección más valiosa que puedo compartir: no se puede llegar a una fase final pensando en participar. Se debe llegar con la ambición de romper la sequía y levantar el trofeo. Esa convicción, forjada en el vestuario y ratificada en el terreno de juego, es lo que realmente define a un candidato al título.
















