La evidencia en el campo del Estadio TSM Corona fue irrefutableable e implacable. ¿Cómo es posible que un equipo como Santos Laguna, con su historial y afición, se desplome de manera tan estrepitosa en su propia fortaleza? La investigación sobre el terreno de juego revela una crónica anunciada de dos realidades diametralmente opuestas.
Atlcético de San Luis no se limitó a ganar; ejecutó un plan meticuloso que desnudó cada una de las vulnerabilidades del cuadro guerrero. La noche comenzó con un presagio del desastre local: a los 10 minutos, Bruno Barticciotto falló un penalti que podría haber cambiado el guion. Una oportunidad de oro desaprovechada que los visitantes no perdonarían.
La pregunta que muchos se hacían en las gradas se respondió con crudeza. Juan Manuel Sanabria, con la precisión de un cirujano, convirtió un tiro libre para sentenciar el 1-0 y desatar la incredulidad entre la porra local. Pero la pesquisa periodística indica que lo peor estaba por llegar.
En el minuto 50, Benjamín Galdames amplió la ventaja, confirmando la absoluta superioridad de la escuadra potosina. La incógnita sobre la reacción santista se disipó rápidamente. A la hora de juego, el brasileño Joao Pedro apareció para firmar el 3-0, una dosis de realidad que sonó a sentencia. Un brevísimo destello de esperanza llegó con el tanto de Kevin Balanta a los 63 minutos, pero fue solo un espejismo.
La investigación concluye con el dato más revelador: el mismo Joao Pedro cerró su doblete y la goleada a los 73 minutos para el 4-1 final. Este resultado no es un mero trámite en la Jornada 9; es un documento revelador que expone una profunda crisis estructural en Santos Laguna y consolida al Atlético de San Luis como un contendiente serio y letal. Las entrevistas posteriores en los vestuarios probablemente buscarán respuestas, pero los hechos en el césped ya han dictado su veredicto.