La Experiencia que Marca la Diferencia en una Final
En mi larga trayectoria siguiendo el fútbol femenil, he aprendido que las finales rara vez se ganan solo con talento individual. Se ganan con mentalidad, con esa capacidad de capitalizar los momentos de flaqueza del rival que solo la experiencia te da. Lo que vivimos en El Volcán fue un ejemplo magistral de esto.
El conjunto de Tigres no solo consiguió su séptima estrella; selló su legado como el equipo que sigue dominando la Liga MX Femenil con una autoridad que se construye partido a partido, temporada tras temporada.
Con un solitario pero decisivo tanto de Diana Ordoñez, el cuadro felino se impuso por 1-0 al América en el partido de vuelta de la final del Apertura 2025, asegurando el campeonato con un marcador global de 4-3.
Este triunfo tiene un sabor agridulce para las Águilas, que suman un nuevo capítulo amargo en su historial. Ya acumulan cinco finales perdidas, un récord negativo que, en la práctica, habla de una presión que quizás aún no saben gestionar cuando todo está en juego.
El Momento Clave: Cuando el Ritmo de una Final Cambia
El camino hacia el cetro se definió en un instante de puro instinto. Un desliz de Annie Karich, la referente del mediocampo azulcrema, en el peor momento posible. He visto esto antes: un jugador busca dar calma a su equipo, controla un balón sin aparente riesgo y realiza un pase retrasado hacia Annia Mejía. Pero en una final, la intensidad es otra; el pase llega con excesiva fuerza y la defensa no puede controlar el esférico.
Ahí es donde se ve la clase de una delantera con olfato. Diana Ordoñez, posicionada con inteligencia, estuvo lista para aprovechar el regalo de las Águilas. Controló y definió con una serenidad impresionante, deslizando el balón por debajo de Sandra Paños al minuto 19.
El estadio estalló. Aún era pronto, pero cualquier veterano te dirá que marcar tan temprano en una final te da una ventaja psicológica brutal. Las Tigres no solo tenían la ventaja en el marcador; tenían el control emocional del encuentro. Y no lo soltaron.
El equipo dirigido por el estratega español Pedro Martínez buscó ampliar la diferencia, pero, como suele pasar cuando se juega con el resultado a favor, faltó puntería. La propia Ordoñez tuvo otras dos ocasiones claras que no logró concretar. Pero en el balance final, había anotado la que verdaderamente importaba: la del título.
La Lección de la Expulsión: Un Punto de Inflexión
Incluso con la desventaja, el América de Coapa no se rindió. Sin embargo, la expulsión de Nancy Antonio al minuto 60 truncó sus esperanzas de empatar el duelo. La volante azulcrema cometió una falta desafortunada, propinando una patada en el rostro de Jennifer Hermoso en una disputa del balón. Tras la revisión en el VAR, la árbitro mostró la tarjeta roja.
He reflexionado mucho sobre estas situaciones. Una expulsión en una final no es solo perder un jugador; es un golpe anímico del que es muy difícil recuperarse. A pesar de la inferioridad numérica, las dirigidas de Ángel Villacampa mostraron orgullo y se lanzaron al ataque en los minutos finales. Soñaban con forzar una prórroga, pero su reacción, aunque valiente, llegó demasiado tarde.
Al pitazo final, las Tigres se coronaron en su fortaleza de El Volcán, alcanzaron su séptimo campeonato y reafirmaron su condición de potencia absoluta de la Liga MX Femenil. Las Amazonas, una vez más, demostraron que no se cansan de escribir historia.












