Un acto violento de Cuauhtémoc Blanco opaca el Clásico de Leyendas

Un Golpe que Traspasa la Línea del Juego

El escenario estaba preparado para la nostalgia y el espectáculo: el Clásico de Leyendas entre América y Chivas, un ritual que recorre México y Estados Unidos reuniendo a glorias pasadas. Sin embargo, en McAllen, Texas, la narrativa dio un giro abrupto. Cuauhtémoc Blanco, una figura que ha transitado del césped a la arena política, protagonizó un momento de pura desconexión con el espíritu del evento.

Frente a la marcación de Héctor Reynoso, y en una pausa del encuentro, el exastro de la Selección Mexicana descargó un manotazo directo al rostro del guardameta rojiblanco Sergio Hernández. La imagen del portero cayendo al suelo sintetizó una fractura total en la camaradería esperada. La reacción fue inmediata: protestas de los colegas tapatíos y un coro de abucheos desde las gradas, dirigidos a la actitud del exfutbolista.

Mientras Adolfo “Bofo” Bautista y otros acudían a auxiliar al arquero agredido, Blanco se enfrascaba en un intercambio verbal con elementos de Chivas. El incidente, lejos de ser aislado, se inscribe en un patrón de conducta del exjugador en estos partidos de exhibición, donde previamente había tencido un altercado con Alberto Medina.

Este episodio plantea una reflexión incómoda: ¿hasta qué punto el fuego competitivo, incluso en un contexto lúdico, justifica traspasar los límites del deporte? La transición de ídolo a figura pública parece exigir un código de conducta que, en este caso, fue ignorado, opacando la esencia celebratoria del duelo de emblemas.

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