En mi larga trayectoria siguiendo el béisbol, he aprendido que los momentos que definen una temporada a menudo llegan cuando menos se esperan. El viernes, Eugenio Suárez encapsuló esa verdad con un grand slam monumental que catapultó a los Marineros de Seattle a una victoria de 6-2 sobre los Azulejos de Toronto, permitiéndoles recuperar la ventaja en la Serie de Campeonato de la Liga Americana.
Lo que muchos no saben es la presión que carga un bateador en una racha negativa. Suárez, el antesalista venezolano, venía de un complicado 5-50 al bate. Pero el béisbol te enseña que un solo turno puede redimirlo todo. Tras conectar un cuadrangular solitario en la segunda entrada, su grand slam en la octava, impulsado por un imparable rally ofensivo, fue un testimonio de resiliencia. Es el tipo de jugada que no solo gana un partido, sino que galvaniza a todo un equipo.
La jugada clave comenzó con Cal Raleigh, el receptor ambidiestro que lideró las Grandes Ligas en vuelacercas. Al conectar un jonrón de 348 pies que empató el marcador 2-2, Raleigh demostró por qué en la postemporada los héroes surgen de cualquier lugar en la alineación. Luego, con las bases llenas, Suárez se enfrentó a una recta con cuenta llena. Conectó la esfera hacia el jardín derecho, y esa pelota, que se elevó en un arco perfecto, se convirtió en su cuarto grand slam de la campaña y, sin duda, el más trascendental de su carrera.
“He estado esperando esto por mucho tiempo”, confesó Suárez después del encuentro. “Había pasado una eternidad desde que tenía un juego como este. Fue increíble conectar ese grand slam para darle la victoria a mi equipo y a nuestra afición, que nos ha apoyado incondicionalmente”.
Desde el montículo, la labor de Bryce Miller fue ejemplar, manteniendo a raya a la ofensiva de Toronto hasta la quinta entrada. Sin embargo, en postemporada, los bullpens son los que suelen decidir el destino. Un sencillo de Addison Barger y un doble de George Springer rompieron el cero en la pizarra, pero la respuesta de los relevistas de Seattle fue contundente cuando más se necesitaba.
Un incidente preocupante fue cuando Springer fue golpeado en la rótula por un lanzamiento de 95.6 mph. Afortunadamente, las radiografías descartaron una lesión grave. John Schneider, el mánager de los Azulejos, comentó: “George es un tipo duro. Creo que realmente tendría que estar sufriendo mucho para no estar en la alineación el domingo”. Esa es la mentalidad que caracteriza a los equipos que luchan hasta el final.
Toronto, por su parte, lamentó varias oportunidades desperdiciadas, yendo de 11-2 con corredores en posición de anotar. En la postemporada, esos fallos tienen un costo elevado.
Con este triunfo, los Marineros se convierten en el primer equipo local en ganar en esta serie y se acercan a un hito histórico: su primera aparición en la Serie Mundial desde la fundación de la franquicia en 1977. El sexto juego se disputará el domingo por la noche en Toronto, donde se definirá si Seattle logra el sueño o si Toronto fuerza un séptimo y definitivo encuentro.