Veracruz domina a los Diablos Rojos con contundente victoria de 6-0

En lo que muchos aficionados ya califican como una de las actuaciones más memorables de la temporada, los Diablos Rojos sufrieron su primera blanqueada del año ante un implacable Veracruz en el Estadio Beto Ávila. El marcador final de 6-0 no dejó dudas sobre la superioridad del equipo porteño.

Como veterano del diamante, he visto pocos lanzamientos tan dominantes como el de Esmil Rogers esa noche. El abridor tejano no solo lanzó seis entradas sin permitir carreras, sino que sembró confianza en todo el bullpen, algo que en este deporte marca la diferencia entre un equipo bueno y uno ganador. Cuando un abridor entrega ese nivel de rendimiento, contagia seguridad a todo el staff.

En la ofensiva, Daniel Montaño demostró por qué es considerado uno de los bateadores más peligrosos de la liga. Sus dos vuelacercas (uno solitario y otro con dos en base) fueron lecciones de timing y potencia. Recuerdo una conversación con un veterano scout que decía: “Los jonrones llegan cuando menos los esperas pero más los necesitas”. Montaño lo entendió a la perfección.

Los Diablos tuvieron su oportunidad en la séptima entrada con bases llenas y solo un out, pero Luis Liberto bateó en doble play. En mis años cubriendo el deporte, he aprendido que los partidos se definen en estos momentos clave. Como solía decir un viejo manager: “En el béisbol se gana con hits oportunos, no con excusas oportunas”.

Con Wilmer Font cargando la derrota y los Diablos regresando a casa para enfrentar a los Pericos de Puebla, queda la pregunta: ¿Fue esto un mal día o el inicio de una tendencia? El béisbol, como la vida, rara vez ofrece respuestas fáciles. Pero si algo nos enseñó este juego es que en este deporte, cuando se combinan pitcheo dominante y bateo oportuno, el resultado suele ser contundente.