Una Lección de Dominio en el Momento Decisivo
En este oficio, he aprendido que la verdadera grandeza de un lanzador no se mide en los juegos de temporada regular, sino en cómo responde cuando todo está en juego. Lo que Yoshinobu Yamamoto logró anoche ante los Cerveceros de Milwaukee fue una cátedra de carácter y control. Recuerdo conversaciones con veteranos que decían que un juego completo en postemporada es una especie de leyenda, un acto que quedará grabado en la memoria del equipo. Yamamoto no solo lanzó; talló su nombre junto al de gigantes como José Lima, el último en lograr esta hazaña para los Dodgers hace ya 21 largos años. Es el tipo de performance que define carreras y cambia la psicología de una serie por completo.
El lanzador estelar Yoshinobu Yamamoto festeja tras consumar una obra maestra en el montículo durante el segundo juego de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.
La victoria por 5-1 que coloca a los Dodgers con una ventaja de 2-0 es un recordatorio de una lección fundamental que he visto repetirse: un lanzamiento dominante es el cimiento más sólido para el éxito en octubre. Después de permitir un cuadrangular al abrir el partido, la reacción de Yamamoto fue la de un veterano, no la de un novato. En mi experiencia, muchos abridores se desmoronan tras un error temprano, pero él se recompuso con la frialdad de un artesano, manteniendo a raya a la ofensiva rival durante ocho entradas consecutivas. Eso demuestra una fortaleza mental que no se puede subestimar.
El Poder Ofensivo Sella el Acuerdo
Por supuesto, en el béisbol de postemporada, el pitcheo brillante necesita un complemento ofensivo. Los batazos de Teoscar Hernández y Max Muncy son ejemplos de lo que llamamos “slugging oportuno”. El vuelacercas de Muncy, en particular, no fue solo un jonrón más; fue el que rompió un empate histórico en la franquicia, superando a leyendas como Corey Seager y Justin Turner. Son estos momentos los que separan a los buenos equipos de los que aspiran a un banderín. Llevar dos triunfos de visita es un golpe psicológico del que es muy difícil recuperarse, y ahora el equipo regresa a casa con el viento a su favor y la oportunidad de cerrar la serie en su feudo.
Mirando hacia adelante, este triunfo es más que una victoria en el marcador. Es una declaración de intenciones. Cuando un equipo encuentra un rendimiento tan completo—con pitcheo implacable y poder explosivo—se genera una confianza que es casi palpable. El desafío ahora, y lo sé por haberlo vivido, es mantener esa concentración férrea y no dar ni un ápice de ventaja. El tercer encuentro en Los Ángeles se presenta no solo como un partido más, sino como la oportunidad de dar un paso decisivo hacia la Serie Mundial.














