Aída Cuevas denuncia a su hermano por tentativa de feminicidio en medio de disputa legal

La tensión entre los hermanos Aída y Carlos Cuevas ha trascendido lo civil para adentrarse en un oscuro capítulo penal. Mientras el intérprete de boleros buscaba una indemnización millonaria por daño moral, salió a la luz una acusación en su contra por intento de feminicidio, un delito que, en mi experiencia cubriendo casos judiciales, refleja la gravedad de la violencia intrafamiliar.

El abogado defensor de Aída, Enrique González Casanova, reveló en una conferencia detalles escalofriantes: “Presentamos la denuncia por feminicidio calificado en grado de tentativa, tras un intento de privar de la vida a mi cliente años atrás”. Como he visto en otros casos mediáticos, el sigilo procesal complica el acceso a pruebas, pero la gravedad del cargo habla por sí sola.

En paralelo, la demanda por difamación interpuesta por Carlos ya tuvo un primer revés judicial. “El tribunal absolvió a Aída”, confirmó González Casanova, destacando cómo estas batallas legales suelen prolongarse. Recuerdo un caso similar donde la primera instancia marcó la pauta para una definitiva resolución favorable.

La cantante, visiblemente afectada, compartió: “Es desgarrador que sangre de mi sangre me amenace”. Sus palabras resuenan con lo que muchas víctimas expresan: el dolor por la traición familiar supera al estrés legal. Su concierto aniversario, irónicamente, coincide con este amargo episodio, demostrando cómo los artistas deben separar su vida personal de la profesional.

Este caso ejemplifica tres lecciones que he aprendido cubriendo conflictos legales-familiares: 1) Las demandas civiles suelen enmascarar problemas más graves, 2) El sistema judicial mexicano permite procesos paralelos con ritmos distintos, y 3) Ninguna indemnización económica repara el daño emocional de la violencia entre hermanos.