Alejandro Speitzer se adentra en la producción con una narrativa audaz
Alejandro Speitzer enfrenta uno de los retos más significativos de su trayectoria artística con Cruise, Mi Última Noche en la Tierra. Pero, ¿qué impulsa a un actor consolidado a dar el salto a la producción? La respuesta parece estar en la naturaleza profundamente personal de este proyecto, que no solo lo tiene como protagonista, sino también como productor asociado, un rol que confiesa le está develando una nueva capa del quehacer teatral.
En declaraciones exclusivas durante la presentación, Speitzer reveló: “Es una obra única y muy personal que me impulsó a incursionar en este ámbito que me está enseñando mucho”. Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿qué tan personal? La investigación sugiere que la respuesta yace en la trama misma.
La obra trasciende el mero entretenimiento para sumergirse en un periodo histórico crítico. La narrativa sigue a diversos personajes encarnados por el propio Speitzer, enfocándose en una pareja que recibe un diagnóstico seropositivo y debe navegar la vida con VIH en el Londres de la década de 1980, una época marcada por la desinformación y el estigma.
Speitzer enfatizó el carácter colaborativo de esta nueva etapa: “Creo que lo que todos anhelamos es que la obra trascienda y llegue a una audiencia masiva. Sin el equipo que está trabajando en esto, no sería viable. Por eso afirmo que producir es un trabajo en conjunto, una visión compartida”.
Este proyecto no solo marca un hito profesional para el actor, sino que también posiciona una conversación necesaria sobre la resiliencia humana frente a la adversidad, conectando un pasado turbulento con las reflexiones del presente. La incursión de Speitzer como productor asociado revela un compromiso artístico que va más allá del escenario, buscando dejar una huella significativa en la cartelera teatral contemporánea.