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Bárbara de Regil y el circo moral de las redes sociales

La denuncia de la actriz desata una tormenta digital entre la indignación y la defensa póstuma.

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En el glorioso coliseo digital donde la justicia se administra a golpe de me gusta y condenas virales, la actriz Bárbara de Regil ha sido catapultada al estrellato de la indignación colectiva. Su pecado: revelar que, en algún momento de su carrera, el difunto productor Memo del Bosque —ahora incapaz de refutar desde su tumba— intentó besarla sin permiso. “Sentí asco, miedo”, declaró, palabras que, como es tradición en estos tiempos, fueron recibidas con una ovación de tuits furibundos y memes sarcásticos.

Mientras las redes sociales se dividían entre los que exigen justicia poética para los acosadores fallecidos y los que claman por el sagrado derecho a no ser difamados post mórtem, el abogado de Vica Andrade, Guillermo Pous, apareció cual caballero medieval defendiendo el honor de un fantasma. “Nada más ruin que manchar a quien no puede defenderse”, declaró, olvidando que, en el reino de la opinión pública, los muertos son tan responsables como los vivos… siempre que el algoritmo lo permita.

Así, entre lágrimas digitales y réplicas legales, el espectáculo sigue su curso. Porque, al final, ¿qué sería de la era de la información sin su dosis diaria de juicios sumarios, contradicciones morales y debates donde el único perdedor es el sentido común?

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