La investigación detrás de la película “Belén”
¿Qué sucede cuando el sistema judicial se vuelve en contra de una víctima? La directora y actriz argentina Dolores Fonzi no pudo eludir esta pregunta al descubrir el caso real que dio origen a Belén, su más reciente película presentada en Competencia Oficial del Festival de San Sebastián. Nuestra investigación revela que este proyecto cinematográfico surgió de una convergencia de testimonios, expedientes judiciales y literatura que documentan una de las injusticias más emblemáticas de Argentina.
El caso real que conmocionó a Tucumán
En 2014, una joven tucumana identificada como Belén acudió a un hospital público tras sufrir un aborto espontáneo. Lo que debería haber sido un acto de cuidado médico se transformó en una pesadilla judicial: fue injustamente condenada por homicidio. Fonzi reconoce que aceptar este proyecto fue inevitable: “No podía rechazarlo. Ya había estado cerca del caso y sentía una necesidad imperiosa de hacerlo”.
La investigación del filme se apoyó en dos pilares fundamentales: el libro Somos Belén de Ana Correa y los escritos de la abogada Soledad Deza, referente en la defensa de derechos femeninos a quien Fonzi interpreta en la pantalla. Deza confiesa que verse retratada fue una experiencia intensa: “Desde la abogacía representamos intereses de otros, nuestra vida privada queda afuera. Aquí, en cambio, vi reflejada mi cotidianidad”.
La estrategia narrativa: humor frente a la adversidad
Uno de los hallazgos más significativos de nuestra indagación es el uso deliberado de momentos de humor dentro de una trama marcada por la tragedia. ¿Por qué incluir comicidad en una historia de injusticia? Fonzi explica: “La vida misma está plagada de situaciones extremas y muchas veces se atraviesan con humor. Reírnos de nosotras mismas humaniza y permite que el mensaje llegue más hondo”.
Soledad Deza coincide: “Un drama no lo es todo el tiempo. Mostrar esa montaña rusa de emociones también es politizar el conflicto. Un poco de humor, otro poco de desilusión, de ilusión: eso está en la vida real y la película lo refleja bien”. Esta aproximación revela una estrategia consciente para conectar con la audiencia beyond el discurso tradicional de denuncia.
El contexto político: un filme en el momento preciso
Nuestra investigación confirma que la película llega en un momento crítico para los movimientos feministas a nivel global. Deza es contundente: “El enemigo común es el que nos quiere calladas y sumisas. Lo que nos salva es lo colectivo. No se pueden fragmentar las luchas”. Fonzi añade: “No se puede controlar el momento en que una obra se estrena. Pero cuando la película cae justo en el tiempo necesario, cobra un poder inesperado”.
El desafío dual de dirigir y actuar
Fonzi enfrentó el reto de dirigirse a sí misma por segunda vez, tras su ópera prima Blondi. Revela que el consejo del actor Daniel Hendler fue crucial: “Vos actúa, ocúpate de dirigir”. Sobre la diferencia entre ambos proyectos, explica: “En Blondi todo era un juego. Aquí el planteamiento era otro, más emocional e intenso. Fue más grande, con más responsabilidad, pero también más coherente, gracias al equipo en el que confié”.
Las revelaciones finales
Al profundizar en las capas de esta producción, descubrimos que casi la totalidad de lo representado en la película corresponde a hechos verídicos, con mínimas licencias dramatúrgicas. Más allá de su valor artístico, Belén funciona como un documento histórico que expone las consecuencias de la criminalización de las emergencias obstétricas.
Mientras Soledad Deza continúa su labor en la Fundación Mujeres por Mujeres, defendiendo a mujeres criminalizadas por complicaciones en el embarazo, el filme de Fonzi se erige como prueba de que el cine puede ser una herramienta poderosa para la transformación social y la búsqueda de justicia. La pregunta que queda flotando es cuántas historias como la de Belén permanecen aún en la sombra, esperando ser reveladas.