La reciente participación de Belinda en una campaña para promover Zacatlán, uno de los Pueblos Mágicos de Puebla, ha generado un interesante fenómeno que quienes llevamos años en comunicación y estrategia de destinos conocemos bien. La pieza audiovisual, publicada en la cuenta oficial @visit_puebla, muestra a la cantante como protagonista, narrando con la frase: “Hay lugares que se visitan y otros que se sienten. Zacatlán es de esos que te quedan en el alma”.
En mi experiencia, cada vez que una figura de alto perfil se involucra en la promoción de un sitio, se abre un abanico de reacciones predecible pero siempre revelador. El video en cuestión muestra a Belinda en lugares emblemáticos: el icónico quiosco, los caminos serranos y, de manera significativa, en los talleres de fabricación de relojes, un oficio con tradición centenaria que es el verdadero alma del lugar.
La dualidad de la reacción en redes: entusiasmo y escepticismo
Al observar los comentarios, se confirma una lección que aprendí hace tiempo: no existe una estrategia universal. Por un lado, un sector del público mostró un entusiasmo inmediato, con mensajes que decían: “Si Belinda lo dice, entonces mis próximas vacaciones serán en Zacatlán” o “Ahora quiero ir… y tomarme fotos en cada lugar donde estuvo Beli”. Este es el efecto “halo” del que tanto se habla en marketing, donde el prestigio de la celebridad se transfiere al destino.
Sin embargo, y aquí está la complejidad, otra parte de la audiencia criticó la elección. He visto esto antes con otros embajadores. El riesgo siempre es que la figura eclipse al destino mismo, que la conversación gire en torno a la persona y no a los atributos únicos del lugar—sus paisajes, su artesanía, su historia. La pregunta de fondo, que me he hecho en campañas pasadas, es: ¿estamos vendiendo la fama de la artista o la autenticidad de Zacatlán?
Reflexión final: más allá del impacto inmediato
La verdadera medida del éxito de una campaña como esta no está en los “me gusta” del primer día, sino en su legado. ¿Logrará que la gente recuerde y valore la tradición relojera de Zacatlán? ¿O solo recordarán que Belinda estuvo allí? El equilibrio es delicado. La sabiduría práctica nos dice que una colaboración efectiva debe ser simbiótica: la celebridad presta su alcance, pero el destino debe aportar una narrativa tan poderosa que se sostenga por sí misma. Zacatlán, con su profunda herencia cultural, sin duda la tiene. El reto es asegurar que ese mensaje no se pierda entre el brillo del protagonista.















