En un acto de caridad tan estratégico como sus inversiones en Amazon, el emperador del comercio electrónico y su futura consorte han decidido apaciguar a los plebeyos venecianos con limosnas doradas. Mientras la ciudad se hunde literal y metafóricamente, los novios reparten donativos como si fueran migajas de un pastel nupcial valorado en más que el PIB de una micronación.
Según fuentes tan exclusivas como los invitados a la ceremonia (léase: un tabloide neoyorquino), la pareja ha estado comprando silencio institucional desde abril. ¿El método? Cheques con tantos ceros que harían ruborizarse a los Medici. Pero el golpe maestro fue convertir los regalos de boda en una colecta forzosa: hasta DiCaprio y Streisand fueron movilizados para financiar la redención social de los anfitriones.
Así, mientras los gondoleros protestan por la Disneyficación de su ciudad, los magnates practican el philantrocapitalism: una curiosa doctrina donde la culpa se lava con dinero público… perdón, privado. Eso sí, nadie menciona que cada euro donado equivale a 0.0001 segundos de los ingresos del novio.















