Una decisión sin precedentes en la monarquía moderna
En un movimiento que redefine los protocolos de la realeza, el Rey Carlos III ejecutó una drástica reestructuración institucional al despojar a su hermano, el príncipe Andrés, de sus últimos privilegios dinásticos y desalojarlo de su residencia oficial. Esta decisión histórica responde a la presión colectiva por su vínculo con el financiero Jeffrey Epstein, convicto por delitos sexuales.
La Casa Real confirmó mediante un comunicado oficial que el monarca “inició un procedimiento formal para revocar el tratamiento protocolario, las distinciones nobiliarias y los honores del príncipe Andrés”.
Exclusión del núcleo real
Como resultado de esta determinación soberana, el duque de York será identificado legalmente como Andrés Mountbatten-Windsor, perdiendo su designación principesca. Simultáneamente, deberá abandonar su mansión en Royal Lodge para trasladarse a una propiedad privada fuera del patrimonio real.
Este acontecimiento constituye un hito en la historia contemporánea de la corona británica, donde la destitución de títulos reales resulta excepcional. El paralelo histórico más cercano ocurrió en 1919, cuando el príncipe Ernesto Augusto perdió su condición nobiliaria británica por su alineamiento con Alemania durante la Primera Guerra Mundial.
Repercusiones institucionales
El soberano intensificó las consecuencias para su hermano menor, eliminando el estatus de príncipe que ostentaba desde su nacimiento como hijo de la difunta monarca Isabel II. Esta sanción sin ambigüedades refleja la nueva era de transparencia y rendición de cuentas que caracteriza al reinado de Carlos III.
El hermano de Virginia Giuffre, la demandante en el caso judicial, declaró este desenlace como una victoria póstuma para su hermana, quien falleció en abril a los 41 años.
“Hoy, una joven estadounidense ordinaria de familia convencional derribó a un príncipe británico con su verdad y extraordinaria valentía”, manifestó Skye Roberts mediante un comunicado oficial.
Andrés enfrentó un nuevo ciclo de desprecio público tras revelarse correspondencia electrónica que demostraba su comunicación con Epstein durante más tiempo del que había reconocido inicialmente.
Esta revelación coincidió con la publicación de “Nobody’s Girl”, las memorias póstumas de Giuffre donde alegaba encuentros sexuales con Andrés siendo menor de edad. La obra describe tres encuentros donde el duque actuaba convencido de que “mantener relaciones íntimas con ella constituía un derecho inherente a su linaje”.




















