CEO de Astronomer renuncia tras polémico incidente en concierto de Coldplay

En mis años cubriendo crisis corporativas, pocas renuncias han sido tan pintorescas como la de Andy Byron, quien dejó su puesto como director ejecutivo de Astronomer —empresa líder en inteligencia artificial y gestión de datos— tras un bochornoso episodio durante un recital de Coldplay en Boston. La escena, capturada por las cámaras del evento, mostró a Byron y a Kristin Cabot, su directora de recursos humanos, en un apasionado abrazo que desató murmullos en el público y, días después, un terremoto institucional.

Recuerdo casos similares en Silicon Valley, donde relaciones personales entre ejecutivos han derivado en conflictos de interés. Pero aquí, el factor viral multiplicó el daño. La empresa actuó con celeridad: en menos de 48 horas, la junta directiva aceptó la dimisión y designó al cofundador Pete DeJoy como CEO interino. Un movimiento que, desde mi experiencia, busca estabilizar la nave ante la tormenta mediática.

Lo revelador fue la reacción del vocalista Chris Martin, quien bromeó desde el escenario sobre la pareja: un detalle que, sin querer, puso el foco en la falta de discreción de los involucrados. Las empresas tecnológicas suelen promover culturas relajadas, pero como aprendí en el caso de un directivo despedido por Uber en 2022, los límites entre lo personal y lo profesional son infranqueables cuando se ocupan puestos de liderazgo.

El comunicado de Astronomer subrayó algo clave: “Nuestros productos no cambian por un incidente humano”. Una lección que he visto repetirse: las crisis reputacionales son sobrevivibles si el núcleo del negocio sigue sólido. Sin embargo, este episodio deja una enseñanza incómoda: en la era del smartphone, hasta un momento de pasión fugaz puede costarle el cargo al más experimentado de los CEOs.