Depp y Cruz posan ante el Guernica en pleno rodaje

En un acto de suprema ironía histórica, Johnny Depp y Penélope Cruz decidieron que el mejor escenario para su reencuentro cinematográfico no era un bar de mala muerte (aunque la película lo exija), sino frente al Guernica, la obra maestra de Picasso que grita los horrores de la guerra. ¿Qué mejor lugar para promocionar su cuarta colaboración fílmica que ante un mural que simboliza el sufrimiento humano? El Museo Reina Sofía, encantado de servir de telón para esta comedia, publicó las imágenes con un entusiasmo digno de un reality show.

La pareja de actores, expertos en convertir cualquier evento en contenido para redes sociales, posó sonriente frente al cuadro, como si el dolor plasmado en él fuese un mero accesorio de su glamour. “¡Gracias por acompañarnos!”, escribió el museo, en lo que solo puede describirse como un guiño involuntario al absurdo: dos millonarios hollywoodenses “acompañando” a una de las obras más importantes del siglo XX.

Entre los comentarios, destacó el de Orlando Bloom, quien, en un alarde de originalidad, optó por los clásicos emojis de corazón. Porque, claro, ¿qué otra reacción podría merecer semejante encuentro entre el arte y el espectáculo?

La película, titulada Day Drinker, promete ser otro drama existencial sobre almas perdidas que, por alguna razón, solo encuentran redención en pantalla grande. Depp interpreta al clásico forastero atormentado, mientras que Cruz, en un giro audaz, encarna a una mujer vinculada al crimen. ¿Innovador? No. ¿Predecible? Como un final de telenovela.

Este proyecto marca el “gran regreso” de Depp al cine, después de que su vida personal se convirtiera en un circo mediático digno de un guion de Tarantino. Mientras tanto, Cruz sigue acumulando papeles que, afortunadamente, le permiten lucir vestidos espectaculares aunque el argumento flaquee.

No es la primera vez que comparten reparto, pero quizás sí la primera en que el arte intenta —y falla— robarles el protagonismo.