Eugenio Derbez busca un reset definitivo en la dinámica con su expareja, Victoria Ruffo, madre de su hijo José Eduardo. Tras una narrativa pública de tensión y declaraciones cruzadas que reactivan eventos de hace tres décadas, el comediante y productor ha decidido desinstalar ese guion tóxico.
Derbez, actualmente en un matrimonio consolidado con la artista Alessandra Rosaldo y padre de Aitana, de 11 años, manifestó en un encuentro en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México su nueva filosofía: no alimentar más la polémica, marcando un claro límite digital y emocional.
¿Cuál es la nueva postura de Derbez ante los señalamientos?
Ante calificativos como feo, tacaño y payaso, además de señalamientos sobre una paternidad ausente, el intérprete elige la desconexión estratégica. El nacimiento de su nieta, Tessa, había funcionado antes como un catalizador para un acercamiento y una tregua temporal, pero la sombra del pasado seguía presente.
La relación entre Ruffo y Derbez, que inició en el set de la telenovela “Simplemente María” en 1989, se consolidó con el embarazo de su vástago. Un enlace informal, con un vestido prestado y una celebración low-profile, se convertiría más tarde en el núcleo del conflicto, interpretado por Ruffo como un engaño performativo.
La ruptura definitiva llegó cuando su hijo era un niño, pero la narrativa pública se mantuvo activa. José Eduardo ha fungido como un puente neutral, destacando las diferencias de carácter entre sus progenitores y tratando de mantenerse al margen de sus disputas mediáticas, que incluso incluían comentarios sobre el parecido físico de la nieta.
El detonante para un cambio de estrategia comunicacional
La gota que colmó el vaso para Derbez fue la última ronda de declaraciones. Su respuesta, captada por los medios, evidencia un cambio de chip y una madurez digital: “Es parte del show. Ya trato de no caer en provocaciones; antes sí caía. Ahora solo me río. Tengo muchos chistes internos que me gustaría compartir, pero no”, confesó.
El creador de 64 años ha establecido una nueva política de contenidos sobre su vida privada: cero mención a su expareja. Reconoce que la polémica es un archivo obsoleto, un dato de una era pasada que ya no merece ancho de banda en el presente.
El impacto de la desconexión en el ecosistema familiar
“Yo ya paré el juego porque, si no, es cosa de nunca acabar. Ya son 30 años…”, afirmó, cerrando con contundencia. Esta decisión no es una rendición, sino una curación de contenidos personal. Prioriza el bienestar del núcleo familiar actual y la salud emocional colectiva, silenciando el ruido para dar paso a una nueva frecuencia basada en la paz y el enfoque en el futuro.











