Una voz digital contra la impunidad en el entretenimiento
Desde la trinchera digital, la creadora de contenido Dhasia Wezka ha desatado un tsunami de opinión con un video en TikTok dirigido al actor Eleazar Gómez, actual concursante del reality show La Granja VIP.
La influencer mexicana manifestó su repudio ante la continua exposición mediática de Gómez, quien cuenta con una sentencia por violencia de género. Su posicionamiento se viralizó al instante, detonando una conversación global sobre accountability y los privilegios de las celebridades con historiales de agresión.
El llamado a la responsabilidad en la era digital
En su intervención, Wezka declaró su imposibilidad de guardar silencio. Con un discurso frontal, desmontó cualquier intento de redención superficial: “No importa en qué show estés, siempre serás un agresor de mujeres“, afirmó la influencer, subrayando que se trata de una conducta arraigada que requiere de sanación psicológica profunda.
La youtuber exigió una rendición de cuentas auténtica: “Tenía lesiones visibles. Asume la consecuencia de tus actos”, expresó, aludiendo a las pruebas documentadas de la agresión a su expareja, la modelo Stephanie Valenzuela.
Antecedentes judiciales y el ecosistema del espectáculo
El intérprete, conocido por su rol en Atrévete a soñar, fue detenido en noviembre de 2020 tras una denuncia por agresión física y tentativa de estrangulamiento.
Tras una estancia en el Reclusorio Norte y un proceso legal, Gómez aceptó su culpabilidad en un procedimiento abreviado que le concedió libertad condicional, obligándole a terapia psicológica y una reparación del daño.
El debate se reactiva en la televisión
Su incursión en La Granja VIP lo ha vuelto a situar en el centro del escenario. Un altercado con otro participante, donde se hicieron alusiones a su pasado, generó reacciones inmediatas, incluyendo una pulla de Alfredo Adame.
Este contexto impulsó la réplica de Wezka, quien argumenta que la industria del entretenimiento no debe normalizar a perpetradores de violencia machista. Su mensaje ha resonado con una audiencia masiva, especialmente entre usuarias que exigen un cambio de paradigma en la representación mediática.
Este enfrentamiento digital reconfigura la conversación sobre la reinserción en la esfera pública. Frente a los defensores de la rehabilitación, se alza una voz colectiva que prioriza la ética social y la seguridad de las mujeres sobre el circo mediático.