El actor de Lilo & Stitch que convirtió un raspado de hielo en leyenda

En un giro tragicómico digno de Hollywood, el universo decidió que el hombre del raspado de hielo en Lilo & Stitch (2025) merecía un final tan abrupto como el de su personaje: dejando caer su cono de sabores ante el portal de la eternidad. David Hekili Kenui, el actor que inmortalizó al vendedor más desafortunado del cine hawaiano, falleció a los 46 años, según anunció su hermana con un melodrama que hasta los guionistas de Disney envidiarían.

La noticia, compartida en Facebook con la solemnidad de un comunicado de prensa celestial, omitió detalles terrenales como la causa de muerte. ¿Acaso fue víctima de un ataque alienígena real? ¿O quizá el sistema de salud estadounidense demostró ser más letal que cualquier experimento del Dr. Jumba? Las autoridades, en su infinita sabiduría burocrática, descartaron crimen… aunque en la industria del espectáculo, morir en el anonimato mediático podría considerarse un delito en sí mismo.

Su hermana Jalene lo describió como dulce, generoso y brillante, cualidades que, irónicamente, nunca aplican a los villanos de las películas donde participó. En un giro conmovedor, reveló que Kenui fue su padre postizo, demostrando una vez más que en la economía afectiva moderna, los lazos sanguíneos son tan flexibles como los contratos de actuación.

Kenui no solo dejó su huella en el cine: también prestó su voz a los altavoces del aeropuerto de Kona, donde saludaba a los turistas con la misma calidez con que Hollywood explota los estereotipos de Hawái. Miembro de la SAG-AFTRA, ese selecto club donde los actores secundarios pagan cuotas para soñar con un crédito que supere los dos segundos de pantalla.

Mientras Lilo & Stitch recaudaba millones (y borraba de la memoria colectiva el original animado), Kenui demostró que incluso en el cine, los pequeños roles pueden ser tan efímeros como un raspado de hielo bajo el sol hawaiano. Su legado: un recordatorio de que en la fábrica de sueños de Disney, hasta los extras merecen un obituario… preferiblemente viral.