El anillo de Dua Lipa vale más que la dignidad humana

En un mundo donde el pan cuesta más que el salario mínimo, la edición británica de Vogue nos ilumina con la noticia trascendental: Dua Lipa y su novio han decidido formalizar su amor mediante el intercambio ritual de un pedrusco sobrevalorado. “Sí, estamos comprometidos”, confesó la sacerdotisa del pop, como si anunciara el descubrimiento de la cura para la estupidez humana.

Callum Turner, el consorte en cuestión, demostró su devoción consultando a las sumas sacerdotisas del círculo íntimo de Dua (léase: amigas y hermana) antes de ofrendar el diamante. “Es muy yo”, musitó la cantante, en lo que quizá sea la definición más precisa del narcisismo neoliberal: convertir incluso el amor en una extensión de la marca personal.

Innovación disruptiva: un anillo que pesa más que la conciencia social

El diseño “revolucionario” del anillo —grueso, como los bolsillos de los joyeros— ha sido aclamado como un acto de rebeldía. ¡Abajo el solitario clásico! ¡Viva el diamante ostentoso que cuesta lo mismo que una vivienda popular! La experta Susie Saltzman analizó la pieza con la solemnidad de un forense: “Podría ser un diamante tallado para maximizar el brillo… o la vanidad”.

El precio de la eternidad (o de la ridiculez)

Los oráculos de la joyería han hablado: el talismán de Dua oscila entre 65,000 y 270,000 dólares, suficiente para alimentar a un pueblo olvidado. Laura Taylor, otra gurú de las piedras relucientes, especuló: “Podrían ser 4 quilates… o quizá el peso moral de gastar eso en un adorno”. Mientras, en algún lugar del planeta, alguien bebe agua contaminada y sueña con un anillo de hojalata.