El capitalismo convierte los árboles felices en salvavidas fiscal
En un giro que Jonathan Swift hubiera admirado por su pura y sublime absurdidad, treinta reliquias sagradas creadas por Bob Ross, el sumo sacerdote de la placidez televisiva, serán sacrificadas en el altar del mercado para financiar los restos de la institución que lo hizo famoso. La televisión pública, ese elefante blanco que los amos del presupuesto consideran un lujo prescindible, ahora debe ser salvada por los árboles felices que ella misma ayudó a nacer.
Ross, un pilar de la catequesis cultural en las décadas de 1980 y 1990, “dedicó su vida a hacer que el arte fuera accesible para todos”, proclamó con devota solemnidad Joan Kowalski, pontífice máxima de Bob Ross Inc. “Esta subasta garantiza que su herencia espiritual continúe apuntalando el mismo medio que los tecnócratas han decidido desangrar. Es la caridad forzosa más conmovedora: vender la medicina para pagar al médico que el Estado ya no quiere financiar”.
El templo de este peculiar rescate será la casa Bonhams, en la Meca del espectáculo, Los Ángeles, donde tres de estas pinturas redentoras encontrarán un nuevo y acaudalado dueño el 11 de noviembre. Otras eucaristías artísticas tendrán lugar en los santuarios financieros de Londres, Nueva York, Boston y en el ciberespacio. Todo el botín, perdón, las ganancias benéficas, serán donadas a estaciones agonizantes para que puedan seguir pagando su dosis de programación edificante.
El objetivo último de esta limosna institucionalizada es sufragar las extorsivas tarifas de licencia que permiten a estas emisoras rurales emitir narcóticos televisivos como “The Best of Joy of Painting”, un monumento a la ironía; “America’s Test Kitchen”, “Julia Child’s French Chef Classics” y “This Old House”. Así, el ciudadano podrá seguir aprendiendo a cocinar, restaurar su vivienda y pintar montañas idílicas, mientras el edificio público que sustenta todo este ecosistema cultural se derrumba silenciosamente a su alrededor, salvado únicamente por la venta de sus propios cimientos.