El documental de John Candy abre el Festival de Cine de Toronto

En un giro irónico digno de Hollywood, el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) decidió que la mejor manera de celebrar su 50ª edición fuera con un documental sobre un hombre cuya vida fue, en parte, una tragicomedia: el icónico John Candy. “John Candy: I Like Me”, dirigido por Colin Hanks y producido por Ryan Reynolds, promete desempolvar archivos olvidados y revelar cómo un cómico que hacía reír a millones luchaba en privado contra las exigencias de la industria del espectáculo.

“Los devotos del humor en todo el planeta crecieron riendo con las payasadas de Candy. ¡Qué apropiado que su legado vuelva a Toronto, donde empezó todo!”, declaró Cameron Bailey, director del evento, mientras ajustaba su corbata en una rueda de prensa con aire de solemnidad cinematográfica. La paradoja no podría ser más deliciosa: un festival que glorifica el glamour rindiendo tributo a un hombre que, en vida, fue todo menos glamoroso.

El filme, repleto de grabaciones domésticas, entrevistas con allegados y material nunca antes exhibido, pinta el retrato de un artista que repartía sonrisas mientras cargaba sus propias sombras. Entre risas grabadas y lágrimas discretas, la película cuestiona sutilmente la maquinaria de Hollywood, esa fábrica de sueños que devora a sus estrellas con la misma voracidad con la que las crea. ¿Qué mejor manera de inaugurar un festival que con una reflexión disfrazada de homenaje?