El K-pop revoluciona el streaming y desafía a la inteligencia artificial
“KPop Demon Hunters”, la producción animada de Sony que irrumpió en Netflix, no solo se coronó como la película más vista en los anales de la plataforma, según The Hollywood Reporter, sino que ejecutó una jugada maestra: revitalizar las cifras del tercer trimestre de 2025 y reconquistar a la esquiva audiencia juvenil.
Este fenómeno, donde tres ídolos combaten entidades demoníacas, logró lo impensable al encabezar el ranking mundial de streaming con más de 828 millones de minutos de visualización, superando a gigantes del entretenimiento como Disney+ y HBO Max. El dominio fue tal que Netflix ocupó cinco de los diez primeros puestos en el listado de Nielsen.
Pero esto va más allá de un simple récord. Es un manifiesto. La estética y narrativa juvenil, con rostros que no emanan de Hollywood, confirman el peso global del K-pop como una fuerza cultural imparable. Es la prueba viviente de que el centro de gravedad del entretenimiento está girando.
Sin embargo, el ascenso meteórico de este título ocurre en un panorama de profunda incertidumbre tecnológica. Analistas como Benjamin Swinburne, de Morgan Stanley, han señalado que el desempeño irregular de las acciones de Netflix se debe a la “amenaza competitiva del contenido generado por inteligencia artificial”, impulsado por herramientas como Google Veo 3, Vibes de Meta y Sora 2 de OpenAI.
Frente a este tsunami algorítmico, la respuesta de Netflix fue contundente y orgánica: se sostuvo con la energía cruda del K-pop y duplicó su apuesta por los eventos en vivo. La transmisión del combate Canelo vs. Crawford congregó a 41 millones de espectadores, mientras que el ecosistema se prepara para el regreso de franquicias titánicas como “Stranger Things”, “The Witcher” y “El juego del calamar”. A esto se suman los innovadores podcasts en video producidos en alianza con Spotify.
¿Qué nos enseña este suceso? Que en la era de la automatización creativa, la autenticidad cultural y las comunidades humanas son el antídoto más poderoso. Mientras la inteligencia artificial promete un océano infinito de contenido genérico, el éxito reside en conectar con tribus globales a través de narrativas que ellos mismos reconocen como propias. El futuro del entretenimiento no lo escribirán solo los algoritmos, sino las pasiones humanas que estos no pueden simular.