La industria del entretenimiento afronta con pesar el cierre de año con la pérdida de dos talentos que marcaron a sus respectivas audiencias. En mi larga trayectoria cubriendo este medio, he visto cómo estas partidas no solo son notas tristes, sino un recordatorio del legado intangible que los artistas dejan en el público.
En la noche del 4 de diciembre, a las 23:45 horas, falleció el emblemático comediante Eduardo Manzano a la edad de 87 años. Fue su hijo, Lalo Manzano, quien compartió la dolorosa noticia en sus redes sociales, acompañando el anuncio con una fotografía familiar y un conmovedor mensaje. En esta profesión, he aprendido que el verdadero tributo no está en los grandes homenajes, sino en las palabras sencillas de un hijo. “Con profundo dolor despedimos a mi papito hermoso… Hoy el escenario de la vida ha bajado el telón”, escribió, describiendo a su padre como un ser humano bondadoso, inteligente y de gran corazón, tan querido por el público como admirado por quienes lo trataron.
Pronto, gremios fundamentales como la Asociación Nacional de Intérpretes (ANDI) y la Asociación Nacional de Actores (ANDA) emitieron comunicados oficiales en los que destacaron el talento y el legado de quien fuera uno de los pilares del legendario grupo cómico Los Polivoces. El duelo se extendió rápidamente entre colegas y amigos, quienes inundaron las plataformas digitales con condolencias y anécdotas. Manzano deja un vacío en el humor mexicano y en su familia: sus hijos Mariela, Eduardo y Ariel Manzano Martínez, y su viuda, Susana Parra.
En un golpe paralelo al mundo del espectáculo, también nos dejó Raquel Escalante, exreina de belleza coronada como Miss Guatemala Intercontinental en 2021. Falleció el 28 de noviembre tras una lucha contra un agresivo cáncer y una insuficiencia renal. La modelo y conductora de TV Azteca Guatemala, de apenas 28 años, aguardaba un trasplante de riñón que no llegó a tiempo. He sido testigo de cómo estas batallas contra la enfermedad muestran una faceta distinta de las figuras públicas, una de una resiliencia conmovedora.
La joven fue diagnosticada en febrero de 2024. Inicialmente, el tratamiento oncológico pareció dar resultados, logrando una remisión, pero la dolencia reapareció con fuerza. Para enero de 2025, ya necesitaba apoyo económico para una intervención quirúrgica renal. Su fallecimiento fue anunciado por la cuenta “Reinas Guatemaltecas Oficial” en Instagram, con un mensaje que resume una lección que he visto repetirse: “Raquel Escalante fue una mujer valiente que luchó… hoy ella nos enseña a reflexionar que lo más importante es vivir la vida como si fuera el último día”. Una enseñanza profunda que trasciende la farándula.
Desde mi experiencia, estas pérdidas nos obligan a mirar más allá del brillo de los focos. Nos recuerdan que detrás de cada personaje hay una vida de esfuerzo, humanidad y, a menudo, batallas silenciosas. El telón baja para el artista, pero su enseñanza, su risa y su ejemplo permanecen en el escenario colectivo de la memoria.



















