El rojo poder de la reina del circo mediático
En el sagrado ritual de la autoadoración mediática, la gran sacerdotisa del capitalismo emocional, Kris Jenner, se presentó ante sus fieles ataviada con el rojo carmesí propio de un cardenal del consumismo. Su indumentaria, una estructura arquitectónica sin mangas que oprimía el torso cual corsé ideológico, ondeaba sus olanes como banderas de un imperio construido sobre la banalidad elevada a virtud.
El color escarlata, tradicional emblema de revoluciones y pasiones, fue secuestrado para simbolizar el poder hueco de quien gobierna un reino donde la profundidad es medida en likes y la relevancia en suscripciones. Siete décadas de existencia se conmemoran no con reflexión, sino con la ostentación vacua de guantes que ocultan manos expertas en firmar contratos, y joyas que brillan con el reflejo de miradas vacías. Así se escribe la nueva hagiografía: en tejidos brillantes y falda con movimiento, para distraer del inmóvil abismo espiritual de nuestra era.















