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El último Outlawz cae en la batalla contra los demonios internos

La escena del rap llora la pérdida de un ícono tras una lucha silenciosa que muchos enfrentan.

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El último Outlawz cae en la batalla contra los demonios internos

Fallece el rapero Young Noble.

En un giro tragicómico del “sueño americano”, Rufus Cooper III, alias Young Noble, decidió que la vida era un freestyle sin salida y optó por el final abrupto, como si su existencia fuera un mal remix de las letras crudas que alguna vez rapeó junto a Tupac. El último soldado activo de los Outlawz, ese grupo que sobrevivió a balaceras, rivalidades y al propio Shakur, no pudo con el enemigo más sigiloso: la mente humana.

Atlanta, esa meca del trap donde hoy se llora con autotune, amaneció con un disparo que resonó más fuerte que cualquier beat de Dr. Dre. TMZ, ese noticiero rosa del espectáculo que convierte las tragedias en clickbait, confirmó lo obvio: en el mundo del rap, hasta los “matones” lloran, pero solo cuando las cámaras se apagan.

“Denos tiempo para procesarlo”, suplicó EDI Mean, como si el duelo tuviera un tempo marcado por algoritmos de redes sociales. Mientras, los fans exigían homenajes en vivo y los streamings de sus temas se disparaban, porque nada vende mejor que un artista muerto, especialmente si su legado incluye colaboraciones con Makaveli, ese alter ego postmortem que Tupac usó para burlarse de la mortalidad desde el más allá.

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Young Noble, el chico de Sierra Madre que cambió el aire puro de California por el asfalto de Nueva Jersey, dejó cinco discos en solitario y un mensaje oculto: en la industria musical, la fama es un feature temporal, pero la depresión suena en bucle. Sus colegas, expertos en rimas sobre pistolas y glorias efímeras, ahora descubren que la enfermedad mental no discrimina entre gangstas y ciudadanos de a pie.

Mientras Layzie Bone publicaba su dolor en Instagram (porque si no hay story, no existió), los mismos que idolatraban sus versos sobre violencia callejera se preguntaban: ¿cómo es posible que un tipo que sobrevivió a los 90s —esa década donde ser rapero era más peligroso que soldado en guerra— haya caído por su propia mano?

Moraleja: En el hip-hop, como en la vida, el beat sigue sonando… hasta que alguien apaga el equipo.

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