Enríquez cuestiona la visión de Del Toro sobre Frankenstein

La pluma visionaria de la escritora y periodista argentina Mariana Enríquez, célebre por fusionar el horror gótico con la crítica sociopolítica, ha desafiado la narrativa establecida al analizar la aclamada producción de Guillermo del Toro, “Frankenstein”. En un acto de disrupción intelectual, Enríquez no se limita a una simple crítica; deconstruye la esencia misma de la adaptación, señalando una fractura fundamental en la interpretación del mito original.

La deconstrucción ética de un ícono literario

Durante su participación en el programa “La Broma Infinita”, la autora argentina expuso que las alteraciones realizadas por el cineasta mexicano generan un desequilibrio conceptual en la comprensión de la obra seminal de 1818 de Mary Shelley. Enríquez propone una reflexión más profunda: ¿qué sucede cuando un creador se enamora tanto de su propia mitología que pierde de vista las complejidades morales del original? Su crítica no es una simple opinión, sino un manifiesto sobre la responsabilidad de reinterpretar clásicos.

¿Una criatura edulcorada? La problemática de la inocencia artificial

La perspectiva de Enríquez desafía la visión romantizada de Del Toro. “Atribuir toda la culpa a Víctor Frankenstein y presentar a la criatura como un ser inherentemente bondadoso es problemático”, argumentó la escritora, desafiando la narrativa predominante. “La criatura es un ente sintiente que toma decisiones conscientemente violentas para provocar daño. Esta es la verdad incómoda que la adaptación omite”.

Enríquez profundiza en esta idea con una lucidez disruptiva: “El director está fascinado por su propia concepción de los monstruos, pero no logra conectar esta visión con los discursos contemporáneos. Visualiza al monstruo como una entidad humanizada, cuando en realidad representa la esencia de lo artificial, un espejo de nuestras creaciones tecnológicas descontroladas”.

Estética colectiva versus reflexión singular

Más allá del análisis narrativo, la autora identificó una paradoja visual: “Esperaba que la película me conectara emocionalmente, y esa expectativa no cumplida me decepcionó. Reconozco ciertos méritos estéticos, escenas visualmente poderosas y un vestuario exquisito. La presencia de Mia Goth es divina, aunque subutilizada al enamorarse instantáneamente del monstruo. Sobre Jacob Elordi</strong], mantengo escepticismo sobre su capacidad para generar una conexión visceral inmediata".

Frankenstein y el devenir monstruo de la inteligencia artificial

El análisis más visionario de Enríquez conecta el clásico con nuestro presente tecnológico. La escritora teje un paralelismo brillante entre la criatura de Shelley y el “devenir monstruo” de la Inteligencia Artificial (IA), sugiriendo que la adaptación debería funcionar como un espejo de nuestras ansiedades contemporáneas sobre la creación, la responsabilidad y la conciencia artificial. Su crítica trasciende el cine para convertirse en una meditación sobre la ética de la creación en la era digital, desafiándonos a reconsiderar no solo una película, sino nuestra relación con las entidades que estamos creando.

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