Genitallica ahora parece un coro infantil comparado con el reggaetón

En un giro cómico del destino, aquellos rebeldes que hace un cuarto de siglo hacían temblar a las mentes puritanas con letras sobre borracheras y desenfreno, hoy son considerados casi monaguillos frente al tsunami de perreo y champán que domina las listas de éxitos. ¡Oh, ironía! La misma sociedad que los tachó de “corruptores de la juventud” ahora los mira con nostalgia, como si fueran los Teletubbies del rock.

Los integrantes de esta banda regiomontana, cuyos nombres suenan a personajes de telenovela ranchera (¿”Gallo”, “Beno”?), regresan con un disco cuyo título “Más Alcohol por Favor” parece más una orden médica para sobrellevar la realidad nacional que una propuesta musical. Entre risas, confiesan que sus polémicas canciones “Borracho” y “Zorra” hoy sonarían como sermones dominicales comparadas con el reggaetón champurrado que hace bailar hasta a las abuelitas.

“Antes nos censuraban; ahora nos ignoran”, podría ser el epitafio de esta agrupación que, en un acto de supervivencia creativa, ha decidido mezclar mariachi con corridos tumbados, como si fueran chefs experimentando con los restos de un banquete cultural. Su nuevo álbum es un Frankenstein musical que refleja perfectamente nuestra era: todo revuelto, nada con sentido, pero todos aplaudiendo el espectáculo.

Mientras el guitarrista Antulio Espinosa declara que ahora son “niños de pecho”, uno no puede evitar preguntarse: ¿en qué momento el mainstream se volvió tan salvaje que hace que Genitallica parezca el Club de Toby? Quizás la verdadera evolución no sea artística, sino la capacidad de la sociedad para normalizar el absurdo mientras sigue señalando a los chivos expiatorios de turno.