Jay-Z pierde demanda por difamación en un fallo judicial controvertido

En un giro digno de una tragicomedia judicial, un magistrado del condado de Los Ángeles archivó la demanda por extorsión y calumnias que el magnate del hip-hop Jay-Z presentó contra el letrado Tony Buzbee. El veredicto, tan extenso como insatisfactorio (65 páginas de pura burocracia), dejó al juez Mark Epstein con cara de “no es mi culpa, es el sistema”, mientras remitía el caso a un tribunal superior para que alguien más se coma ese marrón.

El circo de la difamación

Shawn Carter, alias Jay-Z, acusó a Buzbee de tejer una trama digna de telenovela barata: vincularlo con un supuesto ataque sexual ocurrido hace un cuarto de siglo en una fiesta neoyorquina, junto a su colega Sean “Diddy” Combs (quien, por cierto, tiene sus propios líos legales). Según el rapero, el abogado recurrió a cartas intimidatorias y lo arrastró a un juicio por abuso cuando se negó a pagar por silencio. Pero el juez, en un ejercicio de equilibrismo legal, dictaminó que “no hubo amenazas claras” (solo insinuaciones, claro, eso no cuenta).

La prueba fantasma

Alex Spiro, el defensor de Jay-Z, no pudo contener su perplejidad: la exclusión de una grabación clave —donde la presunta víctima hablaba con detectives— convirtió el proceso en un juicio sin juicio. “¿En qué clase de parodia vivimos?”, parecía preguntarse, mientras Buzbee celebraba en redes como si hubiera ganado un Óscar al Mejor Guion Ficticio. El abogado, orgulloso de su “larga trayectoria de victorias”, amenazó con cobrar una fortuna en honorarios, porque en este sistema, hasta los demandantes pierden… monetariamente.

Mientras tanto, Diddy sigue en el ojo del huracán por acusaciones de tráfico sexual, demostrando que en el mundo del espectáculo, la justicia a veces parece un reality show mal editado.