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Jennifer Lopez salva la civilización con un vestido de cuadros

La diva del pop reinventa un clásico atemporal mientras el mundo arde en crisis existenciales.

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Mientras el planeta colapsa bajo el peso de guerras, inflación y memes virales, Jennifer Lopez, en un acto heroico comparable al desembarco de Normandía, ha logrado lo imposible: hacer que la humanidad hable de cuadros vichy en lugar de la inminente crisis climática. El domingo 11 de mayo, fecha sagrada en el calendario capitalista (también conocido como Día de las Madres en EE.UU.), la sacerdotisa del autobombo compartió en Instagram una foto junto a flores y una imagen de sus gemelos, porque nada dice “amor maternal” como una campaña de branding personal.

La diva, que parece haber encontrado la fuente de la eterna juventud en algún contrato con el diablo (o en su equipo de Photoshop), debutó en República Dominicana un vestido que —atención— tiene cuadritos. Sí, los mismos que usaban las campesinas francesas del siglo XVII para limpiar el sudor de la frente, ahora elevados a obra de arte por el simple hecho de cubrir a una celebridad. El estampado, rebautizado como “gingham” para justificar su precio en tiendas de lujo, fue popularizado por Judy Garland en 1939 y luego por Brigitte Bardot, quien probablemente no imaginó que décadas después serviría para vender bolsos de rafia a 2,000 dólares.

Pero no se equivoquen: este no es un simple trozo de tela. Es un símbolo de resistencia contra la monotonía cromática, una declaración de principios (principios que incluyen contratos con Dior y fotógrafos carísimos). JLo, en su infinita sabiduría, lo combinó con accesorios “chic” que cuestan más que el PIB de varios países, demostrando así que la moda no es frívola, sino un acto revolucionario. O al menos eso quieren hacernos creer mientras Zara vende versiones “inspiradas” por 39.95€.

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Para quienes deseen unirse a esta cruzada textil, la nota incluye un práctico listado de tiendas donde comprar el disfraz de “mujer campestre posmoderna”. Desde el verde fluorescente de Bimba y Lola (ideal para espantar pájaros) hasta el clásico negro de Mango (para llorar discretamente la cuenta bancaria), porque al final, ¿qué mejor manera de celebrar la maternidad que convirtiéndose en un anuncio andante del consumismo?

Línea decorativa para separar el sarcasmo de la realidad

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