¿Qué pasaría si el talento no tuviera fecha de caducidad? Kathy Bates, a sus 77 años, desafía los límites de la industria al convertirse en la intérprete más veterana nominada al Emmy como Mejor Actriz Principal en Serie Dramática por su papel en el reboot de “Matlock”. Un guiño irónico: mientras Hollywood obsessiona con la juventud, Bates demuestra que la excelencia actoral es atemporal.
Supera así el récord de Angela Lansbury, nominada a los 70 por “Murder, She Wrote” en 1996. Pero aquí hay una reflexión más profunda: ¿por qué celebramos estos hitos como excepciones cuando deberían ser la norma? La industria podría aprender de Bates, cuya Matty Matlock —una abogada retirada que resurge tras una tragedia— parece un espejo de su propia carrera: resiliente, sagaz e imparable.
Con dos Emmys previos (“Two and a Half Men” y “American Horror Story: Coven”), Bates personifica la reinvención constante. Su nominación no es solo un logro personal; es un manifiesto contra la edadismo en el entretenimiento. Imaginen un ecosistema donde la experiencia se valore tanto como la novedad: ese es el futuro que artistas como Bates están construyendo, un Emmy a la vez.